Sin formación académica específica, Jane Jacobs observó la ciudad desde su propia experiencia, y divulgó sus reflexiones de manera cercana y llana, casi a modo de recetas urbanas. Lo que podría resultar un acercamiento naïf al pensamiento urbano resultó toda una revolución en la apreciación del espacio público de las grandes ciudades, entendido como un lugar de encuentro y de intercambio social.
¿Supone acaso alguien hoy que en la vida real las respuestas y soluciones a las grandes cuestiones que nos preocupan puedan venir de asentamientos homogéneos?. Cita Jane Jacobs en su libro Muerte y Vida de las grandes ciudades.
Además de por su obra literaria, Jacobs destacó por su activismo en la organización de movimientos sociales autodefinidos como espontáneos, que buscaban paralizar los proyectos urbanísticos que ella entendía que destruirían las comunidades locales.
Durante los años cincuenta y sesenta inició la lucha que más la daría a conocer, en su propio barrio, Greenwich Village, que iba a ser transformado debido a la ampliación de la Universidad de Nueva York y a los planes de renovación urbana de Robert Moses. El plan de renovación propuesto consistía en la construcción de la Lower Manhattan Expressway, que atravesaría directamente el Washington Square Village, dividiendo el Soho, Little Italy y el Lower East Side a través de una autopista elevada.
Jacobs formó el "Comité unido para para parar la Lower Manhattan Expressway", reclutando a personajes tan conocidos como Margaret Mead, Eleanor Roosevelt, Lewis Mumford, Charles Abrams y William H. Whyte. Finalmente, consiguió bloquear el proyecto y el 25 de Junio de 1958, la ciudad cerró el Parque Washington Square al tráfico.
Jacobs siguió luchando cada vez que el proyecto volvió a salir a la luz en los años 1962, 1965 y 1968, convirtiéndose en heroína local. El 10 de abril de 1968 fue arrestada por incitar una revuelta, por delito contra la propiedad y por obstrucción a la administración pública, finalmente sus cargos fueron reducidos a alteración del orden público.
Poco después de ser arrestada, se mudó a Toronto, donde vivió el resto de su vida. En Canadá llevó a cabo toda serie de luchas entre las cuales destaca su ayuda para detener el proyecto Spadina Expressway y fue considerada como la "Madre del Vancouverismo" debido a su influencia en el planeamiento urbano de la ciudad de Vancouver, la cual hace uso de su filosofía sobre "la densidad bien hecha".
Tal y como termina su libro Muerte y Vida de las Grandes Ciudades:
Durante los años cincuenta y sesenta inició la lucha que más la daría a conocer, en su propio barrio, Greenwich Village, que iba a ser transformado debido a la ampliación de la Universidad de Nueva York y a los planes de renovación urbana de Robert Moses. El plan de renovación propuesto consistía en la construcción de la Lower Manhattan Expressway, que atravesaría directamente el Washington Square Village, dividiendo el Soho, Little Italy y el Lower East Side a través de una autopista elevada.
Jacobs formó el "Comité unido para para parar la Lower Manhattan Expressway", reclutando a personajes tan conocidos como Margaret Mead, Eleanor Roosevelt, Lewis Mumford, Charles Abrams y William H. Whyte. Finalmente, consiguió bloquear el proyecto y el 25 de Junio de 1958, la ciudad cerró el Parque Washington Square al tráfico.
Jacobs siguió luchando cada vez que el proyecto volvió a salir a la luz en los años 1962, 1965 y 1968, convirtiéndose en heroína local. El 10 de abril de 1968 fue arrestada por incitar una revuelta, por delito contra la propiedad y por obstrucción a la administración pública, finalmente sus cargos fueron reducidos a alteración del orden público.
Poco después de ser arrestada, se mudó a Toronto, donde vivió el resto de su vida. En Canadá llevó a cabo toda serie de luchas entre las cuales destaca su ayuda para detener el proyecto Spadina Expressway y fue considerada como la "Madre del Vancouverismo" debido a su influencia en el planeamiento urbano de la ciudad de Vancouver, la cual hace uso de su filosofía sobre "la densidad bien hecha".
Tal y como termina su libro Muerte y Vida de las Grandes Ciudades:
Es verdad que las ciudades inertes y sin vigor suelen contener los gérmenes de su propia destrucción y poca cosa más. Pero en cambio, las ciudades de vida intensa, animada y diversa contienen las semillas de su propia regeneración y tienen la energía suficiente para asumir los problemas y necesidades ajenos.