La disposición del programa que plantean SSARQ y MCVR Arquitectos se hace en relación al grado de privacidad y seguridad necesario para cada espacio, permitiendo una gran flexibilidad y adaptabilidad en el tiempo. Las zonas públicas y de relación se ordenan horizontalmente, mientras que los despachos privados y las zonas de control y gestión del cuerpo local de policía se sitúan en un volumen vertical que domina y configura el espacio público que se encuentra delante del edificio.
El conjunto se envuelve con una cortina de chapa perfilada microperforada, que permite crear un filtro entre el interior y el exterior, y que dota al edificio de una imagen continuidad, ocultando los diferentes patios que encontramos tanto en volumen horizontal como en el vertical. Gracias a estos patios, se generan diversidad de espacios interiores que permanecen en constante relación con el exterior.
Comisaría para la Policía Local de Gijón por SSARQ + MCVR Arquitectos. Fotografía por Fernando Alda.
Descripción del proyecto por SSARQ + MCVR Arquitectos
El proyecto se emplaza sobre un solar que se encuentra con la fricción entre la trama ortogonal del Polígono de Pumarín con la traza del ferrocarril, que le es completamente ajena. El proyecto y su extensión hacia el nuevo parque se ven condicionados desde el noroeste por el eje lineal de la vía, en el noreste por el esquema de repetición de volúmenes del edificio precedente y al mismo tiempo se considera una respuesta de carácter institucional en el suroeste hacia el espacio libre público en la prolongación de la Calle Puerto San Isidro.
La propuesta se materializa ocupando el extremo septentrional de la parcela, generando un remate a la masa edificada. Se introduce un volumen bajo, mientras que hacia el sur se eleva otro volumen más alto, afilado, hasta alcanzar la altura de fachada de los edificios del entorno. Esta operación permite una mejor exposición de luz y vistas de los vecinos, se minimiza el impacto del nuevo volumen y se integra el edificio ofreciendo una quinta fachada en la cubierta ajardinada baja.
Si bien los edificios colindantes condicionan el volumen en el sentido noreste-suroeste, la vía genera la traza que regula el edificio en el sentido perpendicular. Se dispone una serie de ejes paralelos que definen unas bandas que, a su vez, dan lugar a todo el esquema de implantación del conjunto. Queda establecida así una trama y una urdimbre que ordenan por completo al proyecto en las tres dimensiones.
El programa se inserta en niveles de organización internos, segregando las distintas áreas y funciones que se ven agrupadas en bandas sujetas a los ejes paralelos al ferrocarril. En los ejes perpendiculares se permite una disposición más libre que va insertando los distintos patios dentro de la gran planta baja, que habilitan espacios de oficina extensos pero iluminados de manera natural aunque disten de fachada. A medida que asciende el edificio, el programa se vuelve más privado, de tal forma que la mayoría de las contingencias públicas quedan resueltas en la planta baja, los servicios comunes internos en la planta primera y el resto en las últimas plantas.
La propia disposición de los patios proporciona no sólo una entrada de luz, sino que permite que todo el programa sea más flexible, absorbiendo de manera fácil y estructurada las posibles alteraciones que se puedan dar con el paso del tiempo. Además, cuando estos patios se producen en las plantas más altas, se generan lugares al aire libre en, al menos, una ocasión por planta.
Al exterior el edificio se manifiesta como un volumen grisáceo en dos alturas que en su contacto con el suelo se desmaterializa para dejar expuesto el vidrio y en su avance hacia el sur se eleva hacia el cielo. Con él se da un transparencia total a la labor del funcionariado, mientras que al sur se protege todo el gran muro cortina del sol directo y a la plaza de la exposición noroeste. Se construye con una piel de zinc, como un filtro leve. Se selecciona este material del entorno, prácticamente indeleble y profundamente relacionado tanto con el color del cielo como con el color del suelo de Asturias. Los pliegues de esta piel rigidizan las bandejas mientras permiten una relación con la luz especial y matizada que varía con el recorrido del sol. Su microperforado resuelve de modo contínuo la impermeabilización de las partes ciegas de fachada sin ocultar las vistas donde existe el vidrio y, en última instancia, permite que el edificio se deshaga cuando entra en contacto con el aire.
Por último, en la noche, la cualidad del edificio se invierte, transformándose en un gran faro que alumbra el parque mientras recibe a quienes acuden a Gijón desde el más occidental de sus tres accesos principales.