El estudio Jerez Arquitectos decide realizar la vivienda en una sola planta. El volumen rectangular de hormigón se abre en sus 4 fachadas y en la cubierta para proporcionar al interior luz natural y vistas en función de las necesidades de los diferentes espacios. En el interior de la vivienda un pequeño patio cuadrado actúa de lucernario, iluminando el centro de la casa y proporcionando diferentes flujos de recorridos.
La vivienda se basa en un módulo cuadrado de 90x90cm que establece los vacíos y los llenos en el proyecto. Se emplea un sistema estructural de muros y vigas de hormigón prefabricados, que recuerdan al mundo industrial, los cuales se pliegan y amplían constituyendo los espacios según las necesidades de cada lugar.
Casa I por Jerez Arquitectos. Fotografía por Iñaki Bergera.
Descripción del proyecto por Jerez Arquitectos
Los clientes son una pareja joven y con hijos que habitualmente recibe invitados en su casa. Necesitaban una casa con jardín y un amplio espacio cubierto conectado con la naturaleza donde poder acoger a un buen número de personas, cocinar mientras se entabla una conversación distendida u organizar una comida en grupo de manera cómoda. Asimismo, consideraban importante establecer un límite claro entre el ámbito de lo privado (temporalmente semipúblico) y el de lo íntimo.
Los espacios se construyen mediante un sencillo sistema de muros y vigas de hormigón prefabricado de grandes dimensiones, más propio del mundo industrial que del doméstico. Dichos muros y vigas se desplazan, pliegan y apilan como un juego de LEGO según las necesidades de cada lugar. Este proceso, que demandó una gran precisión durante el proyecto y la fabricación de las piezas, agilizó mucho el montaje posterior desde el punto de vista de la economía y los plazos, pues la estructura vertical se finalizó en apenas dos jornadas de trabajo. La casa de dimensiona a partir de un módulo cuadrado de 90x90cm que se hace parcialmente visible en el pavimento y da medida a los vacíos y los llenos.
La vivienda tiene una sola planta y un perímetro rectangular aparentemente rotundo, pero sus límites son mucho más difusos de lo que parece. El volumen, completamente de hormigón por fuera y blanco por dentro, se abre en sus cinco caras (fachadas+cubierta) para dotarse de luz natural y vistas en función de las necesidades. Al norte se produce el acceso peatonal a través de un primer patio abierto en dos de sus laterales, dibujado por tres muros y dos vigas, y poblado por un olivo traído de Extremadura. Al sur, un gran hueco de 9 metros de longitud se abre al espacio principal del jardín y al frondoso arbolado de un antiguo cauce molinar, mientras se protege del sol con un porche que perfora su cubierta en un lateral para abrirse al cielo y dejar pasar la lluvia. Al este se asoman las estancias más íntimas mediante dos huecos profundos, para aprovechar el primer sol de la mañana con cierta intimidad mientras se apropian del estrecho espacio ajardinado que separa la casa de su vecina. Y, al oeste, un gran hueco rectangular y sin profundidad, a modo de pantalla transparente, hace más amable el cotidiano acto de cocinar y permite ver el sol esconderse al final del día. El garaje, ubicado en el lateral noroeste, separa y protege al resto de la vivienda del frío y la carretera situada detrás.
El extenso espacio central se perfora en la cubierta mediante un pequeño patio cuadrado que, a modo de lucernario, ilumina el centro de la casa y da sentido a los diversos flujos cruzados de personas, vistas y luces. A pesar de su reducido tamaño, este vacío ajardinado y abierto al cielo aporta su verdadera personalidad a la casa, haciéndola «siempre nunca diferente, pero nunca siempre igual» (citando a Chillida), y poblándola de una gran variedad de transparencias, reflejos y colores diversos según cada momento.