Alejandra Glez, con su esfuerzo y trabajo, ha logrado realizar numerosas exposiciones individuales. Entre 2019 y 2020 se pudo ver su trabajo en varios lugares de España como en Asturias con la exposición ¿Ser mujer es un delito?, en la Galería de Aurora Vigil-Escalera o en Madrid con Otredad. Ha presentado su trabajo en otros países como Perú, donde expuso en 2018 «Esencia», o «My house is my body» en Nueva York, Estados Unidos.
Entre las exposiciones grupales en las que ha participado podemos destacar El Arte de No estar Calladas en la Galería-Taller Gorría (La Habana, 2020), Pixan Vol. II en Casa Pixan (Ciudad de México, 2020), o Un viaje de ida y vuelta para la colección Luciano Méndez en Salamanca, también en el año 2020.
Alejandra pretende abordar en su trabajo la identidad femenina, en especial, a través del cuerpo. Pretende alejarse de la sexualización que a este se le ha dado durante mucho tiempo para mostrarlo de una forma natural, además, se aleja de los cánones normativos en toda su obra para mostrar cuerpos muy diferentes entre sí.
Su trabajo va mucho más allá de la fotografía, campo en el que comenzó, pues pasa por diferentes áreas como el fotomontaje, las instalaciones, la performance o el video arte. En todas ellas, se puede ver cómo refleja y canaliza realidades individuales, muchas veces incluso la suya propia, que, a su vez, pasan a constituir realidades colectivas.
La artista confiesa que no tiene aún una obra propia favorita, sin embargo, sí que hay una que, para ella, ha marcado un antes y un después: Mar de fondo: presencia.
«Fue una conclusión de varias series. Habla de feminicidios, de violencia de género, de cómo mueren tantas mujeres y cómo ese mar saca todos los cuerpos que no le corresponden hacia afuera».
Alejandra Glez
En esta obra, han colaborado numerosas mujeres, en muchos casos, amigas y amigas de amigas, entre las que corría la voz y se ponían en contacto con ella. Además, hay que valorar el gran trabajo de preproducción y postproducción que se esconde detrás de ella.
Entre sus grandes referentes se encuentran mujeres tales como Frida Kahlo o Ana Mendieta, las cuales usaron su cuerpo como forma de expresión. Con esta última cuenta que siente:
«una conexión muy fuerte, me da ganas de vivir, me conecta con la tierra, con esa sensación de ser mujer y su valor».
Alejandra Glez
Lo cierto es que no se puede entender la obra de ninguna de ellas sin la otra, tal es la conexión que Alejandra Glez llegó a ir a Nueva York, donde vivía Mendieta, para conocer su entorno y amistades. Además, le rindió homenaje en La vida es inmortal cuando se acaba en La Habana, donde pocas veces se ha llegado a mostrar el trabajo de Mendieta.
Todo ello asienta las bases para entender mejor el trabajo de esta artista multidisciplinar cuya obra la define como sumamente emocional y personal, en ella cuenta sus vivencias, en especial, como mujer en una sociedad fuertemente machista como es la cubana, pero también sus traumas.
Lo que vertebra su trabajo es:
«el cuerpo femenino y el feminismo. El cuerpo es una liberación de todo lo material, de todo aquello que puede poner un nombre o estigma encima de una persona. El feminismo no es más que esa lucha contra los problemas y a favor de la igualdad».
Alejandra Glez
De hecho, su arte no solo la involucra a ella, sino a tantas personas, ya sean mujeres o no, que llegan a sociabilizar con el problema que intenta mostrar. Por ello, admite que es muy delicado cuando decide exponer a otra persona, en lugar de a ella misma, y que hay que saber muy bien cómo hacerlo. Incluso, gracias a su trabajo y a la visibilidad que tiene, muchas mujeres han llegado a contactar con ella para, por ejemplo, pedir ayuda por una situación de maltrato.
Respecto a su trayectoria, se tiene que recalcar que no ha sido gracias a ningún tipo de suerte, sino que ha ido construyendo su propio camino. Un recorrido que ha ido fluyendo según surgían las ideas y las obras, esto se debe a que nada es fingido ya que solo cuenta las verdades propias y de otras mujeres. «Cogida de la mano de algo invisible», como Alejandra explica.
Detrás de sus trabajos, hay un gran trabajo de investigación, no es solo pensar la idea. Cuando decide trabajar con otras mujeres mantiene una estrecha relación en la que llega a conocer sus vivencias, sus traumas y sus miedos. De ahí parte a la hora de reflejarlas desde un punto de vista psicológico, pero también antropológico.
Por otro lado, en cuanto a las performances, nunca supo que estaba preparada para realizarlas hasta que lo hizo. Es una sensación que no se puede explicar, como un trance, algo que la fotografía no le proporcionaba, aunque se debe aclarar que sus fotografías son performativas.
De hecho, ella tiene crisis de ansiedad, que pueden llegar a hacerle perder la conciencia. Una de su performance más impactante es durante una de ellas, la cual se provocó para ello, en lo que considera una experiencia única.
Tras ello, sentía una gran liberación, pero también que su cuerpo se había hecho daño.
«Cuando llegas a hacerte daño, te provocas, para bien o para mal, todo eso el espectador lo acaba sintiendo, porque es verdad, es una catarsis. Por eso se llama así la obra. Necesitaba que las personas vieran eso para que fuese una forma de cerrar».
Alejandra Glez
Lo cierto es que esta artista cubana tiene una larga trayectoria por delante, la cual cada vez es más personal, aunque es deudora de un pasado significativo. Su arte es un grito en el silencio de la sociedad que solo ve los cuerpos femeninos de una forma sexualizada y como un objeto de consumo. Habrá que estar atentas a sus nuevos proyectos, que seguro no dejarán indiferente a nadie.