Traslademos a la arquitectura lo que Bertolucci, quien siguiendo la estela de Antonioni o Resnais concibió en «La estrategia de la araña» una película basada en un cuento de Jorge Luis Borges, donde si cambiamos la figura del espectador por la del arquitecto, la descripción que podemos hacer es la misma: el arquitecto ante esta nueva «película» se cuestiona continuamente los datos que en cualquier otra cinta da por seguros: línea temporal, argumento, principio y final, espacio, orden de la acción, es decir, lo contrario a la plasmación convencional de las historias en la arquitectura tradicional, con lo que el desconcierto del arquitecto es enorme, aunque al final de la película quede convertido en profunda satisfacción al encajar las piezas y comprender el sentido del relato, el de la tela de araña.
Hace tiempo que a la gran mayoría de la arquitectura le han sacado los colores, ¿seremos capaces de crear un nuevo montaje, estructuras innovadoras, utilizar la inteligencia, dar un paso por delante de lo que convencionalmente se espera de nosotros?, ¿seremos capaces de generar un «nuevo realismo», revisar nuestras formas de habitar, de mirar el pasado, de relacionarnos con nuestro entorno, de mirar hacia delante?
Esta película, la de la arquitectura, sólo es apta para espectadores activos que interaccionen con los «dilemas» y «despistes premeditados» que plantea la situación actual de la arquitectura, un reto con una forma artística y estética absolutamente cautivadora, pero también y fundamentalmente, vertida en los individuos que la usan, que la transitan o la rodean, por tanto requiere un esfuerzo en su visionado. Espectadores ansiosos para esta película los hay. ¿Hay actores para el rodaje? Estoy seguro de que sí, muchos. ¡Rodando! Toma uno...
METALOCUS 026. Otoño/invierno/2009. José Juan Barba