El libro, de gran carga pedagógica, pretende, como ya lo pretendía "La Idea Construida" en 1996, analizar la arquitectura a través de las palabras y explicar las razones por las que el autor proyecta y construye, ya que para él, son las ideas que hay detrás de las formas construidas las que trascienden.
Introducción de Varia Architectonica por Alberto Campo Baeza
Con ocasión de mi entrada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el 30 de noviembre de 2014, muchos me preguntaron acerca de lo que me proponía hacer allí, y mi respuesta fue siempre la misma: callar y escuchar. Estar callado durante un tiempo largo, y escuchar atentamente a los demás. Callar y escuchar. Desde hace tiempo tengo pegado un papel junto a la pantalla de mi ordenador con estas mismas palabras: callar, escuchar.
Pero callar no es dejar de pensar ni de escribir ni de proyectar. Y así, aquí, en este nuevo libro Varia Architectonica (2016), al que preceden La Idea Construida (1996), ¡hace ya 20 años!, Pensar con las Manos (2009), Principia Architectonica (2012),Poetica Architectonica (2014) y Quiero ser arquitecto (2015), se recogen muchos de los textos escritos y publicados en este último periodo de tiempo.
Y siguen en pie las intenciones que ya dejé plasmadas en las introducciones de mis libros anteriores. Ser claro. Los textos que aquí hoy se publican juntos intentan tener la claridad que como cortesía Ortega exigía a los filósofos. Querría yo que mis escritos, y mis obras, tuvieran siempre esta claridad exigida por Ortega.
Se continúa utilizando la estructura de orden de aquellos libros, donde junto a los temas más teóricos de arquitectura, los relativos a algunos arquitectos y los que analizan algunas obras, se publican también otros textos diversos.
Algunos de los libros anteriores han sido ya traducidos al inglés, al francés, al italiano, al portugués, al japonés y hasta al chino. Y en estos días he dicho sí a su traducción al serbio. Y en algunas de esas lenguas ya se han hecho varias ediciones. Cuando esto ha sucedido, además de dar gracias al cielo, no he podido menos que pensar que se ha cumplido aquella intención mía, algo orteguiana, de ser claro, pues no creo que haya nadie que lea lo que no puede entender. Y me hace pensar que estos textos, con una carga pedagógica grande, son útiles para los que los leen y los estudian. Ojalá, como yo deseo, también les lleve a ser más felices.
Y repito aquí lo que ya enunciaba en la introducción a la primera edición de La Idea Construida de 1996: que todos estos escritos son un intento de, analizando la arquitectura a la luz de las palabras, explicar las razones por las que y con las que entiendo que se debe hacer la arquitectura. Las razones con las que proyecto y construyo. Porque la historia de la arquitectura, lejos de ser una historia de las formas, es básicamente una historia de las ideas, de las ideas construidas. Las formas se destruyen con el tiempo, pero las ideas permanecen, son eternas.