Para mantener el suelo libre y minimizar la construcción de escaleras y el movimiento de tierras Juliana Ayako levantó un volumen alargado del suelo, a modo de muelle en un mar de vegetación apoyado sobre una estructura de hormigón, cuya principal función es dejar que la naturaleza continué reduciendo su antropización al mínimo.
El programa se organiza desde una galería lateral abierta en contacto con el follaje, que va dando acceso a los dormitorios para finalizar, en un único espacio de encuentro (salón, cocina...), estableciendo toda la vivienda una relación inusual con los la vegetación y animales del entorno.
Casa na Árvore / Casa en los árboles por Juliana Ayako. Fotografía por Federico Cairoli.
Descripción del proyecto por Juliana Ayako
La Casa en los Árboles se encuentra en Teresópolis, a 100 km de Río de Janeiro. El terreno es estrecho y presenta un desnivel de 10 metros, con acceso desde la cota más alta. A la derecha de quien ingresa, hay una reserva natural con árboles que alcanzan los30 metros de altura. Al frente, la vista es de la cadena montañosa de la región.
Para mantener el suelo libre y con incidencia solar, y minimizar la construcción de escaleras, el movimiento de tierra y el contacto con la humedad, la casa fue implantada 1metro por debajo de la cota de acceso, en un volumen largo y elevado a 7 metros del suelo, similar a un muelle.
En sección, la casa se divide en tres espacios: el suelo, libre y permeable; las losas,planos aéreos con vista a la vegetación y las montañas; y la casa, un volumen a la altura de las copas de los árboles. La horizontalidad de la edificación contrasta con la verticalidad de la vegetación. Los pilares largos y finos de concreto, de 20 x 50 cm, están reforzados por dos losas intermedias, creando un espacio de convivencia junto a la vegetación, liberando el suelo para que la vida continúe bajo la casa: plantas, animales yagua. Estos planos - terrenos elevados - no cuentan con infraestructura, cerramientos o un uso definido.
Casa na Árvore / Casa en los árboles por Juliana Ayako. Fotografía por Federico Cairoli.
En el interior de la vivienda, una galería conecta los ambientes, implantados de forma transversal a ella. El volumen, por donde se accede, tiene 1,50 m de ancho y está marcado por el ritmo de la estructura de madera del techo, compuesto por 19 módulos de 80 cm. La fachada de vidrio se abre como una terraza, permitiendo usos que van más allá de la simple circulación.
En contraste con la permeabilidad visual de la galería, el volumen de los ambientes de permanencia está delimitado por un plano de ladrillos macizos, dirigiendo la mirada hacia la linde opuesta. Los dormitorios, la cocina, la sala y los baños están a la altura del follaje de los árboles, con grandes ventanas que enmarcan el verde. Desde allí, es posible observar el ritmo de los numerosos pájaros, pájaros carpinteros y ardillas.
El techo conecta transversalmente los volúmenes, dividido en dos aguas, con una diferencia de altura de 30 cm entre la circulación y los ambientes internos, permitiendo la entrada de luz. El ancho de los espacios sigue la misma modulación que constituye la galería. Desde el interior, es posible observar cómo los límites de la casa se disuelven a través del reflejo del verde y el cielo en los aleros de chapa galvanizadas.