Se ha colocado detrás de la estatua de Javier Viver una apertura por la que entra la luz de manera sutil e ilumina la Virgen Embarazada, así como las concavidades en las que se encuentra esta en determinados momentos del día.
Descripción del proyecto por Ramos Alderete y Ana Isabel Santolaria
Lucía y Sebastián nos llamaron cuando Lola aún estaba en el vientre de Lucía, pero ya con la certeza de que apenas sobreviviría unos minutos fuera de él. Querían una ermita, una gruta, que mantuviese vivo el recuerdo de su hija y que diese cobijo a una escultura de Javier Viver, una Virgen Embarazada.
La ermita se concibe como una piedra excavada, y tiene su origen en los conceptos de capilla, de vientre, de misterio, de piedra y, sobre todo, en la escultura de Javier Viver.
La «Ermita de Lola» completa el abrazo de la Virgen a su vientre en tres abrazos o espacios sucesivos. Uno, a la escala del jardín de Sebastián y Lucía, que acoge a los que se acercan y los convoca en torno a la Virgen. Uno menor, a escala de la gura. Y un tercer abrazo o hueco, escondido, por detrás de la Virgen: un espacio para Lola, por donde entra la luz durante el día de forma misteriosa. Actualmente la ermita guarda también las cenizas de Lola, y de su hermana pequeña Gloria, que apareció y se fue durante el proceso de construcción.
La Ermita de Lola se concibe como un volumen pétreo de hormigón blanco excavado con tres concavidades de diferentes escalas. El exterior rugoso, picado y abujardado contrasta con el interior pulido y liso, suave al tacto de la Virgen, de Lola, de Gloria, de la luz y de los que se aproximan.