Los propios patios de la vivienda siguen el modelo tan característico de Baeza: sencillez en el diseño. Esto, evoca sentimientos poéticos en la colocación de los limoneros que irrumpe en el pavimento como la piscina como los muros blancos que se desarrollan y dividen los espacios en los patios.
Descripción del proyecto por Alberto Campo Baeza
Había una clara voluntad del cliente de una independencia total. Se decidió entonces crear un recinto cerrado, un "hortus conclusus". Se parte de un cuadrado de 18 x 18 m definido por cuatro tapias de 3,5 m de altura, que se divide en tres partes iguales. Se cubre sólo la parte central. Dividido transversalmente en tres partes de proporciones A, 2A, A por dos tapias bajas de 2 m de altura, se incluyen en los costados las piezas servidoras. La cubierta del espacio central se hace más alta, de 4,5 m. En los puntos de intersección de las tapias bajas con los muros altos, se abren cuatro huecos de 2 x 2 m que se acristalan directamente. A través de esos cuatro huecos se expande el plano horizontal del suelo de piedra, consiguiendo así una eficaz continuidad interior-exterior.
El color blanco en todos los parámetros contribuye a la claridad y continuidad de esta arquitectura. La doble simetría de la composición queda patente por la colocación, también simétrica, de los cuatro limoneros, que producen efectos especulares.
La Luz en esta casa es horizontal y continua, reflejada en las tapias de los patios orientados a Este-Oeste. En definitiva, se trata de un espacio horizontal, continuo, tensado por la luz horizontal.
Mi casa en el verano es una sombra, entre cuatro paredes levantada. Sombra que a fuer de oscura es transparente de tan llena de la luz que allí batalla.
La casa en el verano es el sosiego, un lugar donde la calma se aposenta, un remanso de paz donde se vuelve.
Mi casa en el verano es una balsa adonde acuden mis náufragos amigos a desgranar la palabra que conforta, a rescatar el tiempo tan perdido. Nacen allí poemas de la nada, quizás lo más hermoso de la vida.
Pero y ¿qué y cómo es la casa al fin y al cabo?
Es una simple y sencilla arquitectura.
Cuatro altos muros bien blancos bien trazados, dispuestos con frugal sabiduría. Con un adentro en sombra bien medida, que con la brava luz porfía siempre.
Un firme suelo de piedra como hallado, como si fuera la tierra que emergiera, dando su apoyo a nuestros pies descalzos.
Y al fondo y en el centro allí excavada, una alberca serena y en silencio, recipiente de un agua casi quieta. Una gaviota perdida allí se baña, sin tocarla ni mancharla, casi nada. Y es que el agua así en la sombra es un espejo, periscopio infinito de los cielos.
Y en sus cuatro claros puntos cardinales, al horadar la piedra en sus entrañas, han brotado lunares limoneros que abren su blanca flor cada mañana.
Es mi casa en verano arquitectura, en el más pleno sentido del vocablo. Huerto cerrado, arcadia, paraíso. Cuatro muros y un árbol y una alberca. Y luz y oscuridad acompasados. Y el suelo fresco de piedra que da gloria. Cielo en la tierra, pues ¿qué es si no la arquitectura?
Dedicado a Gerardo García Ventosa
¿Está usted pensando en hacerse una casa, en hacerse la casa de sus sueños? ¿Querría que su casa fuera buena, bonita y barata? Llame a un arquitecto, a un buen arquitecto.
Hay alguna gente, insensata, que, si pudiera, haría su casa sin arquitecto. Consideran al arquitecto como un mal menor. Son los mismos que se automedican con tal de no ir al médico. Son, pocos, profundamente ignorantes. Se gastan un dineral en farmacia para nada. Y, o finalmente van al médico, o se mueren antes de tiempo.
Un arquitecto es un servidor de la sociedad. Un arquitecto es alguien que busca la belleza a través de la arquitectura, y que a la vez resuelve problemas a la sociedad y que trata de hacer felices a las gentes para las que trabaja.
Yo podría hacerles ahora una defensa de cómo es bueno contratar a un arquitecto, a un buen arquitecto, para que todo les salga bien. Pero he pensado que lo más sencillo será contárselo en primera persona, a través de mi propia experiencia profesional.
Si les digo que la casa más hermosa que he hecho, la mejor, ha sido la casa más barata que he construido, ustedes dirán que exagero. Pues no.
ENCARGO
Me llama un día una buena amiga mía, guapísima, y me dice que si puedo hacerle una casa para ella y su propio, pero que sólo tienen tres millones de pesetas (20.000 euros) y un terreno pequeño. Me pedía una casa con privacidad absoluta en un pequeño pinar, rodeada de casas de familiares, en la provincia de Cádiz.
Yo sólo le pedí a cambio libertad absoluta. Porque sigo pensando que un arquitecto es un poco como un médico. Debe escuchar atentamente al paciente y hacerle todos los análisis necesarios pero, el diagnóstico ha de hacerlo el médico, y el enfermo debe obedecer. Yo al menos es lo que hago como paciente: obedezco ciegamente al médico, y siempre me ha ido muy bien.
QUÉ SE HIZO
La solución fue muy sencilla. Un simple rectángulo de 6 x 18 metros, levantado con muros de carga. Un patio delante de 6 x 18 y otro patio detrás, también de 6 x 18, ambos cerrados con tapias tan altas como la casa.
Ya dentro, dos muros transversales más bajos, a 4 metros de los bordes, para crear a un lado un dormitorio y un baño, y al otro lado un segundo dormitorio y una cocina. Para iluminar el espacio central de 6 x 10 se abren en las cuatro esquinas unos vidrios fijos de 2 x 2 que dan continuidad a ese espacio central con los dos patios. Para circular y ventilar ese espacio central, dos puertas opacas en el centro, marcando el eje principal. Los dos dormitorios y la cocina se iluminan y conectan con sus patios con puertas transparentes. El baño toma la luz a través de un lucernario. Todo en poco más de 100 metros cuadrados.
La casa construida responde a la mejor tradición andaluza: patio delantero de entrada y patio trasero. En cada patio plantados simétricamente dos limoneros lunares. En el patio del fondo una pequeña alberca con agua que da gloria verla y oírla. Porque el sonido del agua también colabora a la belleza de esos espacios. Por fuera la casa aparece completamente cerrada con sólo la puerta al patio delantero.
CON QUÉ SE HIZO
Se levantó todo con muros de carga de ladrillo, que es lo más barato y sencillo para estas dimensiones. El suelo todo con simple solera, bien aislada e impermeabilizada. La cubierta resuelta con un simple forjado cerámico. El pavimento todo, dentro y fuera, de piedra caliza Capri de Córdoba, pulido y abrillantado. Es un pavimento tan bonito que lo he seguido poniendo en todas mis casas.
Todo se hizo blanco. Las paredes y las tapias encaladas, blancas blanquísimas, conceden a esos espacios una luminosidad maravillosa. Son sencillas hasta las lámparas: unas simples bombillas blancas en las paredes protegidas por encima con un simple vidrio.
QUIÉN LO HIZO
Lo puso en pie en unos plazos razonables Manuel Romero, Conejito, un encargado de obra mayor, sabio y bueno de los que quedan pocos. Como aparejador Diego Corrales que lo hizo muy bien. Porque un aparejador también es necesario, como el médico necesita de la enfermera. Me ayudó también un buen amigo arquitecto de Chiclana, Miguel Vela.
EL LUGAR
Los arquitectos hablamos siempre del genius loci, del lugar. Pues esta casa parecía que hubiera estado allí desde siempre. La casa quedó, lo es, muy muy bonita. ¿Qué es lo que tenía de más esta casa que no tuvieran las otras? Porque tanto en el entendimiento del lugar como en los materiales y en los colores y en el tratamiento de la luz, como en la tipología, en el tipo de casa, la casa es una casa tradicional andaluza. De ayer de hoy y de mañana. Pues el secreto es que está hecha por un arquitecto al que no se le da mal el control del espacio, de la luz y de la escala y de las proporciones. Un arquitecto que sabe que para llegar a la venustas, a la belleza, es imprescindible antes cumplir con la utilitas y con la firmitas. Como bien lo proclamaba Vitrubio.
CUÁNTO
La casa costó lo previsto, 3 millones de pesetas de 1992, 20.000 euros de hoy. Es una casa pequeña, de 100 metros cuadrados, que parece grande. Quedamos todos encantados: propiedad, constructor, aparejador y arquitecto. Tan encantados que al poco tiempo construimos otra casa en la misma línea, la Casa Guerrero, para uno de sus hermanos.
DIFUSIÓN
La casa Gaspar ha aparecido hasta en la sopa. En todos los libros y revistas de arquitectura del mundo, muchas veces en la portada. Claro que gran parte de la culpa la tiene Hisao Suzuki, un fotógrafo excepcional que hizo unas fotos excepcionales. Ya me había hecho antes las fotos de la Casa Turégano, con un resultado estupendo, por lo que no dudé en llamarle para traducir en imágenes el espíritu de la Casa Gaspar. No olvidaré la madrugada en que, todavía todo oscurísimo, estábamos los dos en el patio de atrás de la casa. Él había desplegado trípode y cámara y sólo estábamos esperando a la luz, con el objetivo expectante y los limoneros, como yo, asombrados. Poco a poco, muy lentamente, se levantó un claror y nuestro buen fotógrafo empezó a apretar botones cuyos chasquidos resonaban en el silencio absoluto de la madrugada. El resultado es ese conjunto de imágenes bellísimas con una luz misteriosa casi imposible de explicar, donde queda bien traducido el espíritu de esta casa.
CONCLUSIÓN
Creo que a través de estas sencillas líneas y de los dibujos expresivos y de las fotografías maravillosas es fácil entender cómo es posible, con un buen arquitecto, hacerse una casa buena, bonita y barata, que algunos dicen que es la casa más bonita del mundo.