Caracterizada por una gran cubierta que enriquece el proyecto espacialmente, la escuela se divide en 3 zonas, la zona exterior que sirve de recepción a la comunidad, la zona de juegos y deportes infantiles, y una zona educativa complementaria con flora nativa, frutales y hortalizas.
El edificio establece un diálogo atento con la arquitectura local y recuerda a los galpones tradicionales de la zona, con revestimiento metálico, estructuras de madera y piedra volcánica. Por otro lado, la escuela cuenta con métodos pasivos de autorregulación térmica, que en verano (está zona tiene unas altas temperaturas estivales) ayudan a proteger y mitigar la radiación de las horas más calurosas, con muros de hormigón y un sistema de ventilación cruzada. Un sistema que igualmente durante el invierno permite que mediante las ventanas se pueda regular la temperatura e iluminar los espacios.
Escuela Rural Pivadenco por Duque Motta y MAPAA. Fotografía por Pablo Casals Aguirre.
Descripción del proyecto por Duque Motta y MAPAA
La Escuela Pivadenco es parte del proyecto Escuelas Rurales de la Araucanía, iniciativa del Ministerio de Educación que, por medio de concursos de arquitectura, proponía el desarrollo de 8 pequeñas escuelas en zonas rurales de esta región, la más pobre de Chile, con un alto porcentaje de población Mapuche, y un conflicto histórico no resuelto que se agudiza.
Nuestras oficinas desarrollaron cuatro escuelas, dos en la comuna de Los Sauces y dos en la comuna de Melipeuco, territorios con comunidades diversas que requerían escuelas con una propuesta intercultural. En estos territorios rurales dispersos, la escuela es el centro de la vida comunitaria. En base a esto, se buscó definir una estrategia común para las cuatro escuelas, basada en entender el edificio no solo como un centro educativo, sino que además como el centro social de un territorio. Para potenciar esta idea, se reunieron en un espacio único, todos los programas de uso común y esparcimiento planteados en los requerimientos del Ministerio, el comedor, las circulaciones, el hall de acceso y el patio techado. Así, se creó un espacio jerárquico, capaz de ordenar los demás recintos, vincularse con el exterior y adaptarse para acoger distintas actividades educativas y sociales. Además, para lograr una mayor adaptabilidad y fluidez, se buscó diluir los límites entre este espacio central y las salas de clase a través de portones correderos que permiten integración y flexibilidad de uso.
En términos formales el edificio se asocia como imagen a los antiguos galpones productivos de la región y a sus materiales, pero desde una perspectiva contemporánea, usando revestimientos metálicos, estructuras de madera, y piedra volcánica del lugar. Su emplazamiento busca ordenar el terreno disponiendo en su entorno 3 zonas con diferentes usos, una plaza pública de acceso, que acentúe la idea de apertura a la comunidad y permita alojar eventos y reuniones, una zona de juego y deporte para los niños, y una zona educativa complementaria con flora nativa, frutales y hortalizas.
Por último, buscando eficiencia energética y confort térmico para la escuela, se define que el espacio central también actúa como termorregulador del edificio en invierno y verano, mediante 3 elementos: i) lucarnas que captan luz natural indirecta del norte en el verano y asoleamiento directo en el invierno para recoger temperatura, ii) muros de hormigón como masa térmica que absorbe este calor en las horas de asoleamiento y lo entrega durante el resto del día, y iii) un sistema de ventilación cruzada que permite bajar ostensiblemente la temperatura interior en el verano.