Rem Koolhaas prometió en su presentación de la Bienal "Algo-Completamente-Diferente para este momento" y desde luego no ha defraudado. Muchos hablan de las legiones de seguidores del comisario y las justifican en que son antiguos o actuales alumnos, una afirmación un tanto inconsistente si se piensa en el tiempo que Rem Koolhaas dedica a la docencia y el que en comparación le dedican otros arquitectos que en su gran mayoría jamás llegan a tener ni la milésima parte de seguidores. Es decir, algo más debe generar el discurso de este arquitecto holandés para que sus ideas y realizaciones tengan un eco siempre tan sonado desde hace décadas, algo que incluso sus detractores reconocen con desaliento.
Sin embargo, si de legiones hablamos, son bien conocidas las de comisarios que acuden a la muestra, en muchos casos arquitectos excepcionales invitados por el comisario de la Bienal, en otros por sus respectivos pabellones, exposiciones o incluso pagando por su participación. Sus impresionantes despliegues expositivos en los Giardini, en el Arsenale o en diferentes edificios y rincones dispersos por la ciudad de Venecia justifican el reconocimiento de ser la exposición más grande de arquitectura del mundo.
Es tan grande el evento que se podría decir que hay dos Bienales; una constituida por las áreas expositivas y pabellones que dan o intentan dar respuesta a la temática planteada por su comisario, y la segunda formada por el resto, pero cuidado, que la generalización no confunda, en ese resto también hay joyas a destacar.
Monditalia. Corderie dell’Arsenale. 14.Mostra Internazionale di Architettura, Fundamentals, la Biennale di Venezia. Foto © Gilbert McCarragher. Cortesía de la Biennale di Venezia.
Continuemos un poco más antes de llegar a lo particular. Es cierto que afirmaciones descontextualizadas, como la siguiente, han servido como munición contra su comisario:
"La reputación y expectativas de los arquitectos se basan en gran medida en su supuesta singularidad, pero en realidad reunimos elementos que en gran medida han sido definidos por otros, producidos en masa, que se ofrecen en los catálogos de Internet y elaborados por una mano de obra cada vez más indiferente. ... Podemos posicionarnos como genios, pero tan solo jugamos nuestro papel asignado en el excepcional guión de la modernización ".
Rem Koolhaas.
Radical Pedagogies: ACTION-REACTION-INTERACTION. 14.Mostra Internazionale di Architettura, Fundamentals, la Biennale di Venezia. Foto © Francesco Galli. Cortesía de la Biennale di Venezia.
Afirmar que sólo se es original mediante la "originalidad absoluta" es realmente reconocer la imposibilidad de avanzar, es decir, conlleva una connotación demasiado pragmática, pero esta afirmación también supone una clara y notoria provocación, necesaria para dar soporte a las ideas planteadas en la exposición y que, no olvidemos, en realidad son utilizadas de manera habitual por el gran público ajeno a los ampulosos discursos de "firmitas, utilitas, venustas" (estabilidad, utilidad y belleza). Muchos añoran y no perdonan que Koolhaas no haya utilizado paños calientes, zonas grisis o intermedias que salvasen discursos anteriores, y muchos se equivocan pues contra el discurso de las pasarelas de moda del estrellato arquitectónico no valen medias tintas.
Los antimodernos sollozan hablando contra la modernidad y añoran la supuesta diversidad de la post-modernidad, la individualización, la prevalencia del más fuerte y del que mayores recursos tiene. Es cierto que la Modernidad instrumentalizada por los especuladores hizo tabula rasa de la diversidad, pero de ahí al individualismo egocéntrico promovido por autistas reyezuelos taifas, con un campo minado de individualidades que nos ha llevado a la crisis actual, la distancia vuelve a ser la misma, los autores del pensamiento único estimatizan todo aquello que no puden controlar.
Esta crisis, como todas las crisis, supone un punto de inflexión obligatorio para repensar lo que evidentemente no ha funcionado y que en parte ha ayudado a situarnos desnudos frente al futuro.
Radical Pedagogies: ACTION-REACTION-INTERACTION. 14.Mostra Internazionale di Architettura, Fundamentals, la Biennale di Venezia. Foto © Francesco Galli. Cortesía de la Biennale di Venezia.
La Bienal ha supuesto un notorio corte generacional. En España ese corte ha sido muy evidente, las nuevas formas de organizarse, pensar, diseñar y hacer arquitectura son buena prueba de ello, profundamente acentuada por la desafección en las instituciones que organizan a los arquitectos, como ya he comentado en otras ocasiones. En esta Bienal las críticas siempre han venido esgrimidas por los representantes de una generación que supera los 60 años y los jóvenes que se postulan para heredar el trono. Son una generación con una trayectoria consolidada, algo que es muy notorio y que se puede ver en los vídeos de la revista Domus (cuyo repertorio presentando a significativas figuras de la arquitectura en la Bienal es excelente, por la amplia y diversa radiografía realizada) o en muchos de los autores que han escrito críticamente contra la Bienal.
No voy a entrar aquí en discursos de gramáticas, lenguajes o encriptados códigos de realización y conductas arquitectónicas, que sólo interesan a los Any-acólitos. Lo fantástico de esto es que por primera vez se ven dos posicionamientos claramente diferenciados. Además de la ruptura generacional, los argumentos son tan brutalmente diferentes que casi parecería que estamos hablando de dos mundos contrapuestos
Algunos, ante su impotencia para establecer un discurso argumentativo de porqué está teniendo tanto calado y eco la Bienal, intentan ver en el supuesto coro anárquico de algunos pabellones una repuesta revolucionaria. Algunos siguen empeñados en hacernos ver al rey desnudo vestido. Seguramente son los mismos que hablaron críticamente por el autismo de los pabellones cuando en anteriores ocasiones la respuesta fue mayoritariamente una gran cacofonía. Poca memoria tienen estos supuestos reivindicadores de la silla propia. Qué flaca memoria para recordar lo ocurrido en la anterior Bienal, en hace dos bienales, tres... Son los mismos que tras participar en la revolución del 68 terminaron en los consejos directivos de los bancos que provocaron esta crisis.
Rem Koolhaas. Fotografía © Andrea Avezzù. Cortesía de la Biennale di Venezia.
65 pabellones y la insurgencia fracasada
Además de estas visiones generalistas, a veces densamente discursivas sin claros objetivos críticos, pocas son las veces que se han podido encontrar análisis sobre el resultado de los pabellones nacionales, cuyo desarrollo debería responder a la temática planteada por el comisario. Ya hemos comentado en otras Bienales que la respuesta suele caracterizarse por un casi completo autismo, donde suelen ser muy pocos quienes realmente se lanzan a dar una réplica y generar una conversación interesante con el espectador.
En este campo minado, lleno de localismos, y donde es más fácil que los colegas cercanos puedan dar una respuesta directa (agradable o desariada) los comentarios o reflexiones ha sido prácticamente inexistentes. Entre las pocas reflexiones que se han publicado vale la pena destacar la realizada por Michael Eisenbrey (editor y escritor berlinés) con el título Three Lost Days at the Biggest Architecture Show in the World. Un título duro, cuyo contenido refleja gran parte de lo que muchos no se atraven a reconocer y cuyo contenido no se centra en los sesenta y tantos pabellones distribuidos por toda la ciudad, sino tan solo en los diecisiete pabellones nacionales invitados por Koolhaas a dar una respuesta al tema de la Bienal.
Tras una primera parte dedicada a la identidad de la ciudad de Venecia y a hacernos partícipes de que la visita fue realizada en compañía de su novia (además de coincidir con Michael Eisenbrey en la imposibilidad de ver todo el contenido de la Bienal en tres días), pasa a entrar en materia con el reconocimiento a lo realizado por algunos pabellones. Comienza destacando el pabellón de Corea:
El pabellón de Corea ganador del León de Oro, era agradable y estimulante, lleno de mapas, maquetas, gráficos y películas que indagan en la política, la geografía y la arquitectura de las dos Coreas.
León de Oro. Pabellón de Corea. Fotografía © Andrea Avezzù. Cortesía de la Biennale di Venezia.
Continua resaltando las temáticas del pabellónnórdico, que puso de relieve la era de la Guerra Fría con la arquitectura escandinava en el este de África, para continuar con el pabellónholandés y su retrospectiva sobre el trabajo de Jaap Bakema, ambos, según el autor, eran recordatorios de "la ambición y el optimismo de la Modernidad de la posguerra que tanta falta hace en la arquitectura y la vida pública en general hoy". Otro de los pabellones destacados es el de Rusia, calificado positivamente como un parque de atracciones, con una presentación atractiva y divertida, una gran inventiva si se compara con la mayoría de los pabellones, al despojar a la Modernidad Soviética de su estigma comunista y revisarla desde una visión contemporánea.
Pabellón nórdico (Noruega, Finlandia, Suecia). Formas de Libertad. Independencia Africana y modelos nórdicos. Fotografía © Andrea Avezzù. Cortesía de la Biennale di Venezia.
Países Bajos. La apertura: Una celebración Bakema. Fotografía © Andrea Avezzù. Cortesía de la Biennale di Venezia.
Pabellón ruso. RUSIA. Fair Enough: Russia’s past our Present. XIV Mostra Internazionale di Architettura, Fundamentals, la Biennale di Venezia. Fotografía © Nikolay Zverkov. Cortesía de la Biennale di Venezia.
A partir de aquí resalta cómo la cautivante narración del pabellón ruso es una mera excepción dada la poca ambición del resto de pabellones donde algunos incluso parecian no estar terminados. La descripción de esta segunda parte comienza con el pabellón de Israel y su total desconexión entre los textos de las paredes y las desconectadas realizaciones de los robots en el suelo.
Pabellón de Israel. Israel. El Urburb. Fotografía © Andrea Avezzù. Cortesía de la Biennale di Venezia.
Pabellón alemán. Alemania. Bungalow Germania. Fotografía © Andrea Avezzù. Cortesía de la Biennale di Venezia.
El pabellón alemán recibe críticas por un contenido anacrónico y del pabellón español prefiero directamente realizar una transcripción literal:
El pabellón español constaba de varias salas de atractivas fotografías de gran formato de los interiores de edificios españoles contemporáneos. El texto de introducción a la exposición es un completo galimatías: tres párrafos de ensalada de palabras acerca de esta dialéctica, la reivindicación de qué, y "la intensidad maximizada." ¿Qué decía sobre España, la Modernidad, o la arquitectura? ¿Quién sabe?
Interior. Pabellón España. Fotografía © Andrea Avezzù. Cortesía de la Biennale di Venezia.
Fue una crítica excesivamente dura hacia nuestro pabellón, puede ser, aunque la crítica no era hacia lo presentado sino hacia el discurso de vínculos establecidos entre las arquitecturas del siglo XX y las actuales. Aunque también hay que decir que desde lejos, para otros como Sarah Williams Goldhagen, los vínculos planteados fueron muy pertinentes.
El recorrido por los pabellones de Michael Eisenbrey continua, sin saber muy bien el porqué algunos pabellones presentaban una lamentable tipografía en sus textos (a veces tan solo cartas: que se habían caído de la pared y que parecían haberse vuelto a clavar ayudándose de la suela de un zapato). En esta línea "la encantadora exposición danesa, por ejemplo, se vió empañada por un texto en la pared mal editado. Una pieza que se refería al gran ingeniero y arquitecto romano "Vitrovius." Los comentarios que hace Michael Eisenbrey sobre errores de este tipo en una Bienal de Arquitectura como la de Venecia son realmente sangrantes y no, no piensen que es por una cuestión del idioma.
Pabellón danés. Dinamarca. Potenciación de la Estética. Fotografía © Andrea Avezzù. Cortesía de la Biennale di Venezia.
En ninguna parte fue esto más evidente que en el pabellón británico, un ejercicio nebuloso que situa a Byron, la naranja mecánica, el bombardeo de Londres, y J.G. Ballard en el mismo marco, entrecerrando los ojos ante ellos, y, no teniendo nada importante que decir, invitó al visitante a conectar los puntos. "No ofrece respuestas", reconoció Rowan Moore en una crítica entusiasta para The Guardian, "pero las preguntas que plantea son pertinentes. No se puede pedir más que eso" ¿No podemos? Las principales cuestiones planteadas por el pabellón británico (¿no son que la Modernidad ha muerto? ¿o que no ha fallado el plan de vivienda social) son una aprobación tácita de la agenda de los tories: enterrar el estado de bienestar, dejando a los pobres a su suerte, y la celebración de este abandono como "transferencia de autoridad" y DIY-ismo (Owen Hatherley, un firme defensor de la modernidad y la vivienda pública, dejó el equipo de comisariado en marzo, citando diferencias de opinión).
Pabellón británico. Gran Bretaña. A Clockwork Jerusalem. Fotografía © Andrea Avezzù. Cortesía de la Biennale di Venezia.
En el resto del texto coincido plenamente, y tampoco entiendo esta moda actual en la que se reniega de la responsabilidad y el compromiso social, ya sea porque viene envuelto en palabras de moda nacidas en las conocidas presentaciones TED o como denuncia Michael Eisenbrey, desnudas como "la insensibilidad de la arquitectura de Werner von Braun—"If it’s not on the blueprints, who cares where the slaves bleed? It’s not my department, says Zaha Hadid"
Parece como si a los comisarios de los pabellones les hubiese importado muy poco hacer un esfuerzo para comunicar sus ideas al público. Llevo años repitiéndolo, resulta sorprendente que los ciudadanos, la gente, no sean los principales hacedores y protagonistas de la arquitectura. La Arquitectura es una constante en nuestras vidas y todo el mundo tiene una opinión sobre el nuevo World Trade Center, las obras de Calatrava o la Alhambra. Sin embargo, hay poco diálogo entre el público y el mundo de la arquitectura.
Frente a la brillantez del argumento planteado y desarrollado por su comisario, Rem Koolhaas, qué ocurre con el resto de las acciones, cuyo conjunto supone el evento más grande y popular de Arquitectura. Cómo solucionar esa falta de pasión o deseo por comunicarse con la sociedad que sistemáticamente se repite en las intervenciones parciales de los pabellones. A pesar de todo y por último, Venecia siempre será el mejor de los escenarios. La Bienal demuestra que Venecia, al carecer de presente, puede estar a la vanguardia de una conversación sobre el futuro de la Arquitectura.