Uno de los grandes retos del estudio Junquera Arquitectos para proyectar el colegio fue lograr que un espacio de reducidas dimensiones y rodeado por viviendas unifamiliares se convirtiera en un espacio protegido, creando un oasis ajeno al exterior, aislado del entorno urbano. Para conseguir este objetivo se hundió la planta baja, creando un espacio resguardado de las miradas del entorno exterior arropado por muros vegetales.
El colegio cuenta con aulas, una biblioteca y un volumen infantil. Los espacios se abren al sur mediante lucernarios y celosías, cerrándose al entorno urbano edificado. Otro elemento fundamental en el proyecto es el espacio intermedio que sustituye a la idea de recreo, desorganizado y caótico. Gracias a diversas actividades desarrolladas al aire libre este espacio se convierte en un lugar esencial para la relación entre los alumnos prestando más atención a la actual pedagogía.
Colegio Estudio Conde Orgaz por Junquera Arquitectos. Fotografía por Lucía Gorostegui.
Descripción del proyecto por Junquera Aquitectos
El proyecto surge como fruto del encargo de la Fundación Estudio, fundación sin ánimo de lucro que garantiza la continuidad del modelo Pedagógico que inició a finales del siglo XIX la Institución Libre de Enseñanza. Un modelo, laico, encaminado a «formar individuos» con capacidad de comprensión, libertad de pensamiento y en donde el valor de la belleza, amparada en una formación estética, es protagonista.
Para continuar este modelo pedagógico el estudio se ha enfrentado a este nuevo edificio institucionista centrando la atención en los tres espacios necesarios en la arquitectura. Ha creado un espacio exterior propio, creando un oasis aislado del entorno urbano que le rodea. Un espacio cóncavo arropado por las propias edificaciones, con telones vegetales de forma que los niños se apropien del horizonte bajo el cielo, un horizonte muy difícil de conseguir en el centro de Madrid.
En cuanto a espacios interiores el estudio ha proyectado aulas, una biblioteca y demás espacios docentes a escala de los niños, abiertas al sur y cerradas al entorno edificado recurriendo a lucernarios y celosías. También aparece un espacio intermedio fundamental en el modelo pedagógico en el que no existe el recreo como tal, desorganizado y caótico, sustituido por actividades al aire libre, gimnasia, deporte, baile. Gracias a estas actividades el espacio intermedio cobra su protagonismo como lugar de relación entre los alumnos prestando más atención a la actual pedagogía, creando amplios pasillos abiertos a terrazas, porches, zaguanes cubiertos, etc.
El gran reto del proyecto ha sido lograr crear un espacio propio, un oasis ajeno al exterior en una parcela de reducidas dimensiones y rodeada por viviendas unifamiliares muy presentes generando un espacio amable de calidad donde los niños se desarrollen y aprendan a convivir. Para minimizar esa presencia se ha optado por hundir la planta baja, creando un espacio protegido, soleado y arropado por muros vegetales. Un espacio acotado mediante tres volúmenes dispuestos en forma de U orientado y abierto al sur.
El volumen de infantil, de una única planta, supone un lugar donde los pequeños puedan vivir en un mundo aparte en contacto con la tierra potenciando la relación dentro-fuera. Además, el volumen contiene tres aulas conectadas entre sí completamente transparentes donde se genera una interrelación entre los grupos de distintas edades, aprendiendo unos de otros.
La biblioteca, cerrada en sí misma, busca el sosiego mediante la iluminación cenital y dos grandes huecos que enmarcan las parras vegetales de tonalidades cambiantes a lo largo del año.
El volumen longitudinal de las aulas es una gran nave de estructura modulada entendida como un espacio flexible y versátil que acota el espacio por el norte. Las aulas se unen dos a dos por unos paneles móviles para fomentar la actividad entre distintas clases. Gracias a su transparencia se abren al sur buscando la luz natural. Cada aula se enhebra a un amplio pasillo que se duplica a modo de terraza incorporando el espacio exterior al aula. Hacia el norte se reducen los huecos y se envuelven con celosías para mayor intimidad frente a los vecinos.
Bajo rasante se genera otro espacio singular, un sótano con ventilación cruzada natural abierto a un patio ingles que algún día se convertirá en un gran jardín vertical.