Open House Madrid nos permitirá los días 26 y 27 de septiembre conocer las entrañas de un edificio del que la mayoría sólo conoce su cara más pública. Hablamos del Teatro Real, un edificio decimonónico y aparentemente estancado en el clasicismo que esconde una maquinaria escénica que te sorprenderán.
El Teatro Real ha llegado a nuestros días como resultado de muchas iniciativas, indecisiones e intenciones que no terminaban de materializarse. Fernando VII encargó en el año 1814 el proyecto para la Plaza de Oriente al arquitecto Isidro González Velázquez, en el que se incluía un nuevo edificio para sustituir al Teatro de los Caños del Peral frente al Palacio Real. La relación del nuevo teatro con la estructura de la plaza ha hecho que su crecimiento esté totalmente limitado, obligando a que la ampliación del edificio haya tenido que ser en vertical, tanto hacia arriba como hacia abajo.
En 1818, el arquitecto mayor de Madrid, Antonio López Aguado, diseñó el proyecto definitivo del nuevo Teatro de la Ópera, con una planta en forma de hexágono irregular integrada en la plaza circular diseñada por Velázquez. Las obras se terminaron en 1850, tras varias interrupciones, cuatro arquitectos y numerosos proyectos, aunque debido a la geometría del solar y a la falta de recursos económicos, el resultado fue un edificio con diversos problemas funcionales y un programa de espacios muy limitado.
El Teatro Real sufrió un incendio en 1867, pero hasta principios del S. XX no se plantearon obras serias de reestructuración, cuando Antonio Flórez planteó el ambicioso proyecto que sustituyó la vieja estructura de madera por otra de hormigón armado.
La obra emprendida por Flórez, y a partir de 1928 también por Pedro Muguruza, tenía dos objetivos fundamentales: el recalce y consolidación de toda la cimentación y la creación de un foso en el perímetro del teatro que recogiera y evacuase las corrientes subterráneas antes de que éstas alcanzasen la base de los muros. En 1929 se añadió el nuevo escenario al proyecto, lo que suponía poner al día la maquinaria y los medios de representación del teatro con una nueva caja escénica 14 metros más alta que la anterior. Para hacernos una idea de la escala, basta decir que la torre de Telefónica de la Gran Vía madrileña cabría completa en su interior y la profundidad es tal que el metro pasa casi rozando la parte baja de una de sus salas.
En 1966, ante la realidad de que el edificio no cumplía con las exigencias del momento, se decidió disponerlo como sala de conciertos, y hasta 1992 no se realizó la renovación y ampliación para habilitarlo como sala de ópera. El proyecto se encargó a José Manuel González-Valcárcel y posteriormente a Francisco Rodríguez Partearroyo, encargado de los últimos cambios que ha sufrido el teatro en las cubiertas, la fachada, la estructura, las instalaciones y la maquinaria.
Tras el telón del Teatro Real se encuentra el gran espacio totalmente desconocido para el espectador. La caja escénica es el bastidor de una ingente maquinaria que mueve decorados y escenarios y que, por su tamaño y gracias a un sistema de plataformas móviles, permite tener tres escenografías completas e intercambiarlas entre sí a lo largo de una sola representación. Los engranajes deben funcionar con precisión y suavidad para que los espectadores sólo vean la ilusión de la representación.
La caja escénica es el verdadero corazón del edificio, atravesándolo desde la base hasta su coronación, a su alrededor se organizan todos los locales y salas que hacen posibles las representaciones teatrales.
Las salas de ensayo donde se van puliendo todos los aspectos del espectáculo son locales especializados, con altas exigencias técnicas, para las que ha sido necesario resolver complejos problemas estructurales así como de insonorización y absorción acústica e iluminación. La entrada y salida de materiales se sitúa en la plaza de Isabel II y comunica directamente con la caja escénica gracias a unas plataformas hidráulicas de grandes dimensiones que elevan los camiones hasta el nivel del escenario.
El edificio se comporta como un gran organismo vivo, en el que cada espectáculo implica la coordinación de un equipo de cientos de personas entre músicos, cantantes, bailarines, técnicos y personal del teatro, que durante meses se preparan para ofrecer lo mejor de sí al gran público.
METALOCUS quiere agradecer especialmente la colaboración de Inés Tostón por su inestimable presentación y ayuda en la preparación de éste artículo.
CRÉDITOS. FICHA TÉCNICA.-
Arquitectos.- Antonio López Aguado y Custodio Teodoro Moreno (1850), Antonio Flórez Urdapilleta y Pedro Muguruza (1925), José Manuel González Valcárcel (1991), Francisco Rodríguez de Partearroyo (1992).
Localización.- Plaza Isabel II, s/n, 28013 Madrid
Fechas.- 1850-1996.
Superficie.- 65.000 m².
Aforo.- Máximo 1.746 localidades, dependiendo del foso de la orquesta
Caja escénica.- Boca: 18 X 14 m; Escenario: 1.430 m2; Parrilla: 37 m. (h.); Foso: 24 m. Dieciocho plataformas con movimiento vertical (cuatro inclinables y cuatro con movimiento horizontal) Una plataforma para tráilers y otra montadecorados.
TEATRO REAL.
Dónde.- Plaza Isabel II, 28013, Madrid.
Cuándo.- Sábado 26 y domingo 27, de 10:00 a 11:00 y de 12:00 a 13:00.
Inscripción.- Agotada.