Charles-Edouard Jeanneret, más conocido como Le Corbusier, ha sido uno de los personajes más polémicos del último siglo. Sus principales aportaciones al mundo de la arquitectura y a la forma de habitar son ya sobradamente conocidas, pero en este caso el Centro Pompidou, con motivo del 50 aniversario de su muerte, le dedica una exposición centrada en el cuerpo humano como elemento articulador de su obra como arquitecto y teórico.
El Partenon, los templos indios y las catedrales se construyeron según medidas precisas que constituían un código, un sistema coherente que afirmaba una unidad esencial. [...] El egipcio, el caldeo, el griego, etc., han construido y, por consiguiente, medido. ¿De qué instrumentos dispusieron? De instrumentos eternos y permanentes, de instrumentos preciosos puesto que están adscritos a la figura humana [...]: codo, dedo, pulgada, pie, braza, palmo, etc. […]. Tales instrumentos formaban parte integrante del cuerpo humano y, por consecuencia, eran aptos para medir las chozas, las casas y los templos que que se trataban de construir. Pero hay más: eran infinitamente ricos y sutiles porque eran parte de la matemática que rige el cuerpo humano, con gracia, elegante y firme, la fuente de la armonía que nos mueve, la belleza.
Le Corbusier. Le Modulor
Descripción de la exhibición por el Centro Georges Pompidou
El Centro Pompidou dedica una retrospectiva completamente nueva, con unas trescientas obras, de la producción de Charles-Edouard Jeanneret, conocido como Le Corbusier.
No sólo fue un arquitecto visionario, urbanista y teórico de la modernidad, si no también pintor y escultor. Le Corbusier dejó una profunda huella en el siglo 20 al cambiar radicalmente la arquitectura y la forma en que se «habita». Su carrera internacional floreció mucho antes de que surgiera la globalización.
Adoptando un enfoque decididamente innovador, el Centro Pompidou toma una nueva mirada a la obra de esta importante figura de la modernidad a través de las proporciones del cuerpo humano, que Le Corbusier consideró esencial como un principio universal. Para el arquitecto, esta «medida del hombre» define todos los aspectos de la arquitectura y la composición espacial.
En el centro de su colosal y multifacética obra estaba la concepción de Le Corbusier de una medida universal, esencial: el pensar, ver al «hombre como un producto fabricado en serie». Después de sus estudios, en particular en Alemania, Charles-Edouard Jeanneret (el futuro Le Corbusier) fue influenciado por los psicofísicos y por las teorías científicas sobre la estética, que sostenían que todo era medible, incluyendo sensaciones, reacciones cognitivas y la psicología humana. Este concepto de medida se encontraba detrás de la obra del urbanista, arquitecto y diseñador de muebles e influyó la obra del pintor.
Podría considerarse pura matemática, pero esta línea de investigación no se desvió del ser humano y hasta se adaptó a sus gestos, puntos de vista y pensamiento. La «unidad de habitación» inventada por Le Corbusier era pequeña pero práctica, ya que estaba pensada para una escala humana y hasta los muebles eran flexibles para dar cabida a los movimientos del cuerpo. El ojo y la mente de la «percepción» del espectador crean una imagen purista cuya interpretación pretendía ser subjetiva. El cuerpo humano, o algunos de sus componentes sensibles, eran temas para su pintura: con frecuencia cuerpos de mujeres, pero también manos, pies y orejas.
En 1943, Le Corbusier creó el «Modulor», un sistema de medición basado en la altura del hombre medio: 183 cm o 226 cm con el brazo en alto. Promovido a través de un libro titulado 'El Modulor: una medida armoniosa a la escala humana', universalmente aplicable a la Arquitectura y la Mecánica y publicado en 1950, el «Modulor» fue presentado como una verdad filosófica,matemática e histórica, según la invención de Le Corbusier se hacía eco entre los sistemas tradicionales.
El nuevo enfoque adoptado por esta exposición presenta todas las facetas de la obra del artista a través de unas 300 pinturas, esculturas, dibujos, dibujos arquitectónicos, maquetas, objetos, películas, fotografías y documentos, todo para ilustrar la prolífica producción de este Suizo, que tomó la ciudadanía francesa en 1930 e hizo de París su casa.
Conmemorando el cincuentenario de su muerte, esta exposición tiene como objetivo clave iluminar al público en la amplitud y complejidad de los trabajos, el pensamiento y el humanismo de Le Corbusier.
Texto.- Centro Georges Pompidou
CRÉDITOS.-
Le Corbusier: Medidas Humanas.
Comisarios.- Frédéric Migayrou, Olivier Cinqualbre.
Comisario colaborador.- Mailis Favre.
Dónde.- Galerie 2 - Centre Pompidou, Paris
Cúando.- Desde el 29 de abril hasta el 3 de agosto de 2015 de 11h. a 21h.
El eufemismo del "fascismo blando"
El segundo debate, de alcance más limitado, se refiere al controvertido pasado ideológico de Le Corbusier, desenterrado una vez más con motivo de la gran exposición retrospectiva de su obra con que el Centre Pompidou conmemora el cincuentenario de su muerte (hasta el 8 de agosto).
Aprovechando este aniversario, un par de nuevas publicaciones francesas han surgido para incidir en sus ya conocidos vínculos con el fascismo. Las obras, "Un Corbusier" (ed. Seuil), del arquitecto y crítico François Chaslin y "Le Corbusier, un fascisme français" (ed. Albin Michel), del periodista Xavier de Jarcy, exponen la tendencia fascista del arquitecto y su asociación con el régimen de Vichy. Las dos publicaciones, en mayor o menor medida acusan al arquitecto de profesar un antisemitismo latente, ejercer un fascismo militante y apoyar implícitamente al régimen de Vichy, para el que llegó a trabajar. Pero también hay que decir que aunque se mudó a Vichy, donde permaneció un año y medio y fue nombrado miembro de una comisión para la construcción y el urbanismo, su reputación de bolchevique, heredada por haber construido un edificio en Moscú una década atrás, le persiguió hasta hacerle abandonar el lugar.
La controversia está clara, cualquier tipo de vínculo con ideologías totalitarios ensombrece, no sin falta de razón, la imagen de todo personaje por muy carismático que sea. Asi que resulta cuanto menos demagógico denominar las acciones de éstos con el ya desgastado término de "fascismo blando". Y es que, ¿se puede ser fascista 'a medias'? Sólo porque el franco-suizo no actuase directamente en las acciones de los regimenes del momento no le exculpa de haberse relacionado o incluso verse favorecido por el fascismo frances, hablar en esos terminos resulta un eufemismo demasiado demagógico, para no asumir la realidad.
Le Corbusier sería fascista o no lo sería. Todo apunta a que lo fue, al menos durante el tiempo de ascensión de estas ideologias, y quizá por ello tengamos que mandarlo durante una temporada al purgatorio, denunciarlo con todas las letras, pasar una especie de duelo tras el cual podamos superar la idea de que Le Corbusier tuvo un pasado oscuro, y así poder continuar viendo su obra sin velos de ninguna índole, como arquitecto.
Con todo esto, quien tenga oportunidad de pasar por París en los próximos meses no debería perderse esta exposición que recoge su obra. No deja de ser una buenísima ocasión para repasar la trayectoria de este personaje que revolucionó la forma de ver y de habitar la arquitectura.