El proyecto de Van Belle & Medina transforma el emplazamiento de un paisaje natural en una intervención urbana que evolucionando desde una estructura simple a un espacio casi escultórico invita al espectador a recorrerlo e interpretarlo, provocando en él una experiencia y percepción únicas causadas por el emocionante juego de luces y sombras cambiante que emerge del proyecto.
Compuesto por cuatro arcos a partir de hormigón in situ y con las fachadas exteriores que corresponden a las zonas de cuidado de los animales y a la cafetería de madera y vidrio, La Biomista se convierte en una estructura que armoniza el poderoso espacio natural que lo rodea mientras crea un diálogo en movimiento que aspira a ser un testamento de su tiempo.
Parque Cultural Cosmopolita «La Biomista» por Van Belle & Medina. Fotografía por Filip Dujardin.
Descripción del proyecto por Van Belle & Medina
Lo que antes fue el zoológico de Zwartberg es ahora La Biomista, un hito artístico, arquitectónico y conceptual, único en su modalidad y que posicionará a Genk en el mapa mundial. La Biomista no es solo un templo biocultural del arte vivo; es también una incubadora de ideas y un espacio fértil para la innovación en todos los sentidos.
«La Biomista», que significa «vida mezclada», funciona además como un laboratorio y una biblioteca dedicados a la diversidad biocultural. El complejo abarca 24 hectáreas, con un desarrollo inicial de 12 hectáreas distribuidas en tres áreas distintas: la antigua villa del director, el estudio del artista Koen Vanmechelen, y el Parque de la Cultura Cosmopolita, donde se encuentra la plaza LabOvo.
LabOvo
El diseño del parque se inspira en el paisaje y en la importancia cultural e histórica del lugar, procurando preservar las huellas existentes. La morfología del lugar está determinada tanto por las características naturales como por las intervenciones realizadas a lo largo del tiempo. La integración del pabellón realza el paisaje natural y cultural, ofreciendo a los visitantes una nueva forma de interpretarlo y conectar con él, lo que fomenta la memoria y la comprensión de todo el complejo.
El pabellón de la plaza LabOVO está diseñado como una «estructura adecuada» que resalta la importancia paisajística, cultural y espacial de su entorno. Situado en un punto estratégico del parque, donde los visitantes comienzan y terminan su recorrido por las instalaciones del artista Koen Vanmechelen, el pabellón se funde con su entorno, convirtiéndose en una imagen y silueta distintivas dentro del parque.
Se busca un sentido de cohesión para que el pabellón, a la vez contemporáneo y atemporal, se integre de forma natural en el paisaje. El objetivo es crear una estructura que armonice con el poderoso entorno natural que la rodea. Al tiempo que sirve de lugar de encuentro, con instalaciones veterinarias, cafetería y espacio para talleres, el edificio aspira a ser algo más que un elemento funcional; busca la autonomía como reflejo y testamento de su tiempo, casi encarnando el espíritu del artista. La arquitectura se funde con el paisaje, mientras que el paisaje adquiere una cualidad arquitectónica.
El edificio se compone de cuatro arcos idénticos -dos abiertos y dos cerrados- que juntos forman una estructura unificada que sostiene una cubierta en voladizo que sirve como terraza mirador a los visitantes.
Este encadenamiento de arcos refleja tanto las características naturales del paisaje como las necesidades funcionales del programa, dividido en dos componentes principales y un espacio central común abierto.
El hueco central abierto y la amplia cubierta en voladizo realzan las dimensiones horizontales de la estructura, creando una conexión fluida con el parque.
El pabellón está construido con hormigón in situ de color gris claro, y las fachadas exteriores de las zonas de cuidado de los animales y la cafeteria son de madera y vidrio. El hueco central de la cubierta, que permite la entrada de luz natural, es un guiño a la arquitectura gótica y una conexión con lo celestial y lo inalcanzable. Esta entrada de luz, que proyecta un juego de luces y sombras cambiante durante el día, evoca poderosas emociones en los visitantes, que se mueven de forma fluida por el edificio participando de este juego.
Como una obra de arte, este edificio presenta múltiples capas de significado que cambian según la perspectiva del espectador. Estas capas crean una experiencia espacial y una percepción únicas.
Este proyecto transforma el emplazamiento de un paisaje natural en una intervención urbana, evolucionando desde una estructura simple dentro de un marco paisajístico, a un espacio casi escultórico que invita al espectador a tener una interpretación abierta del mismo.