El resultado deriva en un espacio dos plantas, que protege de las inclemencias meteorológicas pero que a su vez está abierto, ventilado y luminoso. Todo ello mientas que se integra silenciosamente y sin alardes en la trama urbana de Larrabetzu.
Descripción del proyecto por Behark
“Tosiendo dentro de tu ataúd,
como en el fondo del mar”
Así empezaba Last Chance for a Slow Dance, la canción de Fugazi, la última oportunidad para un baile lento y esa era la sensación al empezar la que al fin iba a ser última fase de la construcción del pequeño aterpe de Larrabetzu. Antes habían pasado varios años, los de la crisis más dura, distintos proyectos para distintas propuestas de usos, intervenciones arqueológicas, algunos imprevistos e incluso una contrata incapaz de llevar la intervención a buen término de la que hubo que prescindir. Antes de retomar su construcción, el edificio se había tenido que reproyectar de nuevo, para dejarlo igual que al principio, pero solventando los problemas generados en la desastrosa primera fase de las obras. Era, efectivamente, la última oportunidad para un baile lento.
Un aterpe en euskara o vasco es un refugio, un lugar de cobijo o amparo. En el país vasco se usa (indistintamente en euskara o en castellano) para definir un espacio o lugar cubierto, tan necesario debido al clima lluvioso del país. Dada la carencia de espacios públicos cubiertos en el centro urbano del municipio, durante el desarrollo del proyecto básico de rehabilitación del Ayuntamiento de Larrabetzu surgió la idea de la transformación del edificio anexo al mismo, prácticamente en desuso y de escaso valor arquitectónico, en un espacio exterior cubierto que complementase el espacio público que rodea la casa consistorial. Este ámbito que, como herriko plaza (plaza del pueblo) de Larrabetzu, es el espacio de mayor importancia y centralidad en la trama urbana del municipio, y que aglutina por ello, muchas de las actividades sociales y recreativas de los ciudadanos, no disponía de espacios cubiertos exteriores y abiertos de entidad. El aterpe, aun con sus dimensiones modestas pretende paliar esta carencia, creando un espacio protegido de las inclemencias meteorológicas pero a su vez abierto, ventilado, luminoso y de gran permeabilidad, que además por su arquitectura y volumetría se integra silenciosamente y sin estridencias en la trama urbana de Larrabetzu.
El nuevo espacio público cubierto se configura mediante una estructura que hace las veces de envolvente de la nueva volumetría, muy parecida a la del edificio existente con anterioridad. Desde una perspectiva similar de respeto por la pre-existencia se plantea la recuperación de la fisionomía original de la medianera de la casa consistorial en planta baja, así como la integración de las escaleras exteriores y su fuente anexa en el nuevo edificio, de forma que mediante su identificación en la memoria colectiva de los larrabetzuarras, estás contribuyan a la asimilación e integración tranquila de la nueva edificación, tanto físicamente en el cuidado y protegido entorno del casco histórico, como temporalmente como un sustrato más en la historia del lugar.
La estructura de la cubrición exterior que conforma el espacio, de madera laminada, está formada por una serie de costillas o nervios estructurales que sirven de envolvente abierta y ventilada y sostienen una cubierta inclinada a tres aguas. Se complementa con un único gran pilar de madera adosado al edificio del ayuntamiento que sirve para sostener tanto la cubierta, como una entreplanta de forjado madera contralaminada, esto último mediante un pequeño pórtico en un extremo y una gran viga de hormigón en voladizo en el otro.
En cuanto a su distribución, el espacio se distribuye en dos plantas. Una planta baja diáfana, que alberga una pequeña barra o txosna abierta multiusos, para uso diario o complementario de los eventos que se realicen en el espacio público y una entreplanta superior de pequeñas dimensiones, a la que se accede desde las escaleras exteriores. Una vez se ejecute el proyecto de rehabilitación del ayuntamiento está previsto el acceso a la entreplanta desde el interior del mismo, comunicándola con el salón de plenos y dotando a éste de una salida de evacuación. Esta entreplanta complementa y enriquece este espacio cubierto, haciéndolo más versátil, ya que puede usarse de múltiples formas, como púlpito, escenario etc.
La propuesta favorece la máxima permeabilidad del espacio público cubierto de forma que un gran número de nervios estructurales desaparecen en planta baja para configurar dos grandes accesos, uno desde la plaza principal y otro por la fachada oeste siguiendo los itinerarios habituales en la plaza. Una pequeña ventana permite el acceso desde el callejón sur, aunque este no se realiza a la misma cota. La disposición de los pilares dota al espacio de una amplia permeabilidad visual y este se complementa con una instalación de alumbrado público mediante LEDs lineales que genera una iluminación sugerente y equilibrada que además puede ser regulada y resulta muy eficiente energéticamente. Hacía el exterior el aterpe actúa como un fanal, iluminando la plaza con una luz difusa y sutil.
En cuanto a la imagen de la edificación esta ofrece una imagen contemporánea pero a su vez respetuosa con la tradición arquitectónica local tanto en su forma y volumetría concordante con la edificación existente anteriormente, como en sus materiales de construcción y acabado. Los materiales escogidos, madera y piedra, y hormigón tratado de aspecto pétreo, contribuyen a la correcta integración en su entorno.
Además, la intervención de sustitución del edificio existente anteriormente por otro claramente diferenciado del edificio principal, el edificio del ayuntamiento, y la recuperación de la medianera como nueva fachada, contribuye a realzar el valor compositivo del conjunto, poniendo en valor la casa consistorial, e integrándose así la nueva edificación, a pesar de su apariencia contemporánea, de forma mucho más armoniosa y silenciosa en el ámbito de la herriko plaza de Larrabetzu.