El estudio de la psicología de la conformidad se remonta a la década de 1950, con Solomon Asch, pionero de la psicología social y la escuela de la Gestalt, conocidos hoy como los experimentos de la conformidad de Asch. Entre ellos encontramos este famoso experimento del ascensor, llevado a cabo originalmente en 1962, como parte de un episodio de cámara oculta llamado "Face the Rear".
Pero, aunque disfrutemos de esta tragicomedia sobre nuestra capacidad de pensamiento en grupo, este experimento sólo nos cuenta una parte del trabajo de Asch. Como James Surowiecki nos recuerda en su excelente The Wisdom of Crowds, Asch llegó a revelar algo de gran importancia, que aunque las personas caen en la conformidad con una sorprendente facilidad, tampoco hace falta mucho esfuerzo para salir de ella. Asch demostró esto en una serie de experimentos, implantando un cómplice para hacer que la gente participe de este absurdo comportamiento. Sin embargo, el hecho de que un sujeto que desafiara al grupo hacía que el resto fuera capaz de expresar sus verdaderos pensamientos. Surowiecki concluye:
En última instancia, la diversidad no sólo contribuye mediante la adición de diferentes perspectivas al grupo, sino también haciendo que sea más fácil para las pesonas decir lo que realmente piensan. [...] La independencia de opinión es a la vez un ingrediente crucial en las decisiones colectivas inteligentes y una de las cosas más difíciles de mantener intactas. Debido a que la diversidad ayuda a preservar esta independencia, es difícil tener un grupo colectivamente sabio sin ella.