Aunque no soy lectora habitual de esta publicación, (conocida como muy conservadora en sus criterios), sin embargo tengo que reconocer que sus dibujos se han convertido en clásicos y no dejan de ser en muchos casos brillantes críticas gráficas. Que una revista, que no es de arquitectura, dedique un número tan grande de páginas a un arquitecto con la que está cayendo, merece fijar la atención.
Para algunos, tan solo el hecho de que esta revista realizase un perfil de la figura de Bjarke Ingels es ya crédito suficiente para pensar que el contenido del artículo tenía que ser positivo. The New Yorker le dedicó la friolera de ¡14 páginas!!, sí catorce y no siete, de la página 76 a la 89. Algunos pensaban que dedicar 14 páginas a desmenuzar el perfil de alguien por fuerza tiene que ser algo positivo. Bueno, pues parece que no tanto.
Y cuando fijas la atención tus ojos no dan crédito. El exceso con que es tratado el personaje sorprende, y con "loas así" para que quiere una enemigos. El artículo, realizado por Ian Parker, tiene un gran rosario de "perlas". El texto que todo el mundo puede leer gratuitamente, tan sólo se corresponde a la primera página (después hay que pagar o tener acceso a la revista en papel). Parker comienza realizando una descripción de la familia del arquitecto, su formación y de la creación de la oficina que dirige. En las siguientes páginas, a partir de de la tercera, Ian Paker recoge un decálogo de afirmaciones realizadas por Ingels sobre diferentes arquitectos, a los que analiza frívolamente y del que no se escapan Frank Gehry, Jean Nouvel, Toyo Ito o Ennead Architects.
El texto continua y continua. En palabras de Ashley Wells (quien nos hizo poner atención en el texto, con su artículo) El texto desgrana y usa páginas "revealing his previous ambitions (graphic novelist!), and detailing his infamous, enormous ego."
Las 14 páginas son cuando menos agotadoras o como Ashley Wells comenta con brillante sarcasmo: "Criticism is important in the design world, considering most architects look at a project and immediately think of ways they could have done it better. And because Ingels has an ego as large as his buildings, it’s likely the New Yorker profile will bring him additional condemnation."
Quizás sea cierto y lo que necesita la arquitectura sean estrellas de rock que conecten mediáticamente con el gran público, ¡o no! y todo a pesar de la fuerte crítica que desde dentro de la arquitectura se realiza del ejercicio frívolo con el que se mueve Bjarke Ingels. Visto desde España, trabajar la arquitectura bajo esos parámetros, de estrella fácil, resulta cuando menos bochornoso y si no a los restos me remito.