En el exterior el edificio juega con la dicotomía de los materiales empleados entre sus dos plantas. La planta baja se ha revestido de losas de granito gris de gran formato, mientras que para la planta alta se utilizado estuco blanco liso.
Descripción del proyecto por Javier Terrados
La parcela que habría de albergar el nuevo Centro de Salud en Gibraleón presentaba unas singulares condiciones urbanas. Situada en un borde de la ciudad, la cual queda a la espalda del solar, con un pequeño museo junto a uno de sus lados y con un anfiteatro al aire libre en su frente sur, la nueva pieza construida formaría parte de un conjunto de edificios púbicos que circundarían el citado anfiteatro, escenario de eventos comunitarios al aire libre.
El proyecto modela el edificio dando cobijo al itinerario de aproximación más probable desde el centro urbano, el cual se encontraría en primer lugar con la fachada trasera (hermética a propósito en el proyecto) y proseguiría dejando a un lado el museo existente para continuar la secuencia de aproximación, ya en la fachada que mira al anfiteatro, mediante un amplio porche que guía al visitante hacia la entrada principal al edificio.
El acceso a las dependencias del Centro de Salud no es directo, sino que se efectúa con la mediación de un patio ajardinado semiprivado y semiconfinado. De esta forma se pretende dar cuerpo a una transición que llevaría a un progresivo distanciamiento sensorial de la actividad urbana diaria, facilitando la adaptación sicológica del visitante a su visita a la consulta médica, una suerte de oráculo moderno.
Una vez en el interior del edificio, la secuencia hacia las consultas continúa tras el paso por el mostrador de información y el vestíbulo. Las salas de espera están conectadas visualmente con patios ajardinados que aportan ventilación e iluminación natural desde un entorno tranquilo y aislado visualmente de las calles.
“Las transiciones en arquitectura se han usado como metáforas de interfaces entre mundos diferentes: público y privado, sagrado y secular, realidad y fantasía, vida y muerte”.
Simon Unwin.
Podríamos añadir aquí que trazamos una transición entre enfermedad y promesa de salud, entre extroversión urbana e introversión médica.
El tamaño holgado de la parcela ha permitido esponjar el programa de usos, introduciendo un conjunto de patios ajardinados cercados por muros en el interior del edificio, de forma que el centro de salud puede iluminarse, ventilarse y disponer ciertas vistas sin perder la introversión que se pretende. Un eje principal de circulación organiza el conjunto edificado, haciendo fácil la orientación para un usuario frecuentemente preocupado.
En la planta baja, el corredor central que lleva a las consultas vuelve la mirada de nuevo a la escena urbana de forma velada, a través de una gruesa celosía de pilares de piedra. La planta superior es ya completamente ensimismada, de forma que su corredor principal se ilumina desde la fachada con cristaleras traslúcidas y se abre hacia los patios ajardinados que se disponen en el interior y que construyen el espacio de expansión visual de las consultas y las esperas. Buscábamos el carácter de una hacienda o el de una serie de casas-patio, más que el del habitual edificio administrativo.
La materialidad exterior del edificio juega con la dicotomía entre sus dos plantas: la planta baja se reviste de losas de granito gris de gran formato y espesor (que se relacionan con el acabado de los espacios públicos circundantes) y la planta alta se reviste de estuco blanco liso.
Los Centros de Salud no curan: construyen el escenario donde el acto de comunicación del diagnóstico de salud tiene lugar. Si es posible, después de un progresivo distanciamiento mental del ajetreo urbano diario.