En diciembre de 1931, El Museo de Arte Moderno montó una gran exposición con obras del artista mexicano Diego Rivera. Era la segunda retrospectiva en el Museo y atrajo a un público muy numeroso, rompiendo récords de asistencia durante las cinco semanas que duró expuesta.
Rivera ya gozaba de prestigio internacional. Era la figura más conocida del muralismo mexicano, movimiento de arte público a gran escala que surgió en los años veinte, al término de la Revolución mexicana. Sin embargo, sus murales —por definición fijos a un solo sitio— resultaban imposibles de transportar para la exposición. Con el propósito de solucionar este problema, el Museo trajo a Rivera a Nueva York seis semanas antes de la inauguración de la muestra y le proporcionó un estudio improvisado en una galería vacía. Ahí, Rivera creó cinco “murales portátiles” —frescos transportables que conmemoraban episodios de la historia de México— los cuales ocuparon un lugar de relevancia en la retrospectiva. Después de la inauguración, celebrada entre enorme revuelo publicitario, Rivera realizó tres murales más inspirados en temas del Nueva York contemporáneo que expresó a través de imágenes monumentales de la ciudad durante la Gran Depresión. La historia de esta comisión extraordinaria revela el papel fundamental de Rivera en los debates acerca de la influencia social y política del arte público durante un periodo de crisis económica.
Catálogo."Diego Rivera: Murals for The Museum of Modern Art". por Leah Dickerman y Anna Indych-López.
Pasta dura. 148 páginass. 128 ilustraciones.
Leah Dickerman es comisario del Departamento de Pintura y Escultura del Museo de Arte Moderno (MoMA). / Anna Indych-López es Profesora de Historia del Arte en The City College de Nueva York y de The Graduate Center, City University de Nueva York.
LOS OCHO MURALES A CONTINUACIÓN.