Situado junto al bosque y creando una plaza de acceso junto a la Casa principal, el edificio del Museo de Arte Contemporáneo Gösta Serlachius diseñado por Mara Partida, Boris Bezan y Hector Mendoza, de MX_SI architects, respeta la arquitectura preexistente al mismo tiempo que mantiene su propia identidad.
Creando un espacio moderno y adaptado para albergar exposiciones que está conectado permanentemente con el exterior a través de las fisuras y cortes de su envolvente. El nuevo edificio, situado en un parque a la orilla de un lago, está acompañado de un puente que permite conectar la zona del Museo con la isla Taavetinsaari, consiguiendo así un incremento del espacio expositivo exterior.
Descripción del proyecto por MX_SI architectural studio
Como punto de partida, el lugar se entiende como una gran lámina verde en la que se percibe imponente, en su parte más alta, la figura monolítica de la Manor House Joenniemi. Un paisaje que junto con la antigua casa compone un patrimonio de relevancia cultural para los habitantes de Mänttä y la familia Serlachius. La estrategia del proyecto consiste en establecer un diálogo entre lo nuevo y lo existente situando la nueva construcción de tal manera que Joenniemi siguiera teniendo el protagonismo, y que al mismo tiempo el nuevo museo no perdiera la oportunidad de manifestar su carácter y presencia contemporánea. La solución fue disponer el nuevo volumen de manera paralela al eje establecido entre la casa, el jardín y el lago. Se creó una plaza de acceso al conjunto, en la que la casa Joenniemi continúa dominando las vistas de la zona, y a medida que el terreno desciende y se aproxima a la zona de lago el nuevo edificio gana altura y una mayor presencia.
El proyecto se conceptualiza como un bosque abstracto y denso. Un bosque que se representa y se traduce en una serie de marcos paralelos de madera que definen la geometría y estructura del nuevo edificio. En su exterior, el edificio se presenta con una serie de montantes verticales que siguen y enfatizan el ritmo de la estructura interior.Para disminuir el impacto visual de una gran edificación en un entorno tan sensible, el edificio busca su descomposición en fragmentos de menor tamaño. El volumen se ve interrumpido por ciertos cortes, o incisiones de geometría irregular, que se recubren con una superficie de vidrio reflectante. El resultado de estas incisiones es la percepción de espacios de espejos infinitos, como puertas o pasajes de bosque que ópticamente subdividen transversalmente el edificio.
En su interior, el edificio se organiza en continuidad con el recorrido que se inicia desde el exterior. Dicho recorrido se ve invadido por repentinas y sorprendentes entradas de luz provocadas, principalmente, por las incisiones en el volumen del edificio que ofrecen asimismo vistas al exterior. Estas invasiones transforman lo que hubiera sido un recorrido lineal en uno emocional, gracias al ritmo de la repetición constante de los marcos estructurales y a las interrupciones que permiten que los espacios exteriores penetren en el interior del edificio.