Con esta premisa, la propuesta fue pensada como una intrusión, planteando un giro de 45º sobre las líneas maestras del edificio, que configura un nuevo lugar con nuevos usos y apropiaciones, como comentan los arquitectos, un escenario donde nada es lo que parece: «una intervención como la de un actor que habla en otros términos diferentes, que no se rige, al menos en un porcentaje importante, por las mismas leyes que rigieron la propia concepción del edificio.»
Descripción del proyecto por Garmendia Cordero Arquitectos
Intervenir en un espacio físico conformado y delimitado siempre tiene algo de efímero, una parte que recuerda a la labor de definir un decorado dentro de una caja escénica.
Si entendemos este tipo de actuaciones como algo transitorio dentro de un volumen que perdurará mucho más tiempo que esa propia actuación, toma sentido proponer una intervención de carácter teatral como ejercicio temporal reversible frente a la perdurabilidad de la arquitectura sobre la que se actúa.
Ubicados en este punto, romper la geometría predominante en la arquitectura existente nos ayuda a mostrar nuestra intrusión como la de un actor que habla en otros términos diferentes, que no se rige, al menos en un porcentaje importante, por las mismas leyes que rigieron la propia concepción del edificio.
Es por ello que este proyecto nace de un giro de 45º sobre las líneas maestras del edificio y, a partir de este, se configura un espacio ambiguo, en gran medida indefinido en lo funcional y que permite infinidad de usos y apropiaciones.
Un espacio entendido como escenario teatral donde nada es del todo lo que parece, precisamente con la intención de que pueda ser cualquier cosa.
Nuevamente, la geometría más básica acaba definiendo la apropiación del espacio. Las transparencias que aparecen permiten a su vez ir descubriendo progresivamente los distintos habitáculos, las visuales pensadas casi a modo de escotillas de barco y la decoración ecléctica enfatizan, una vez más, ese carácter teatral que incide en esa idea de temporalidad.