Turandot por Ai Weiwei. Fotografía por Fabrizio Sansoni.
Turandot por Ai Weiwei. Fotografía por Fabrizio Sansoni.
La característica principal de esta edición fue el final de la historia con la muerte de Liù (la última escena compuesta por Puccini antes de su muerte), que es la misma elección que se hizo en la primera función, dirigida por Toscanini en 1926.
«Mi Turandot todavía está relacionado con la comprensión clásica del amor, el odio, la venganza y sobre las personas que intentan lograr algo que es imposible», dice Weiwei.
Turandot pide una orquesta excepcionalmente grande, que incluye fuerzas adicionales fuera del escenario y un gran conjunto de percusión, incluidos xilófonos (dos de ellos), varios gongs chinos, campanas y más.
El papel clave lo interpretó otra ucraniana, la soprano Oksana Dyka, cuyos medios vocales se adaptan bien a la gélida Turandot. Su voz aguda emocionó al público, emergiendo también en los principales momentos orquestales.
Entre bastidores en el Met, estación de metro de 8th Street.
Weiwei decidió aprovechar esta oportunidad porque, siendo muy joven, actuó como extra en la producción de Turandot de Franco Zeffirelli y James Levine en el Metropolitan Opera en 1987. Él y su hermano, el poeta y escritor Ai Dan, actuaron como asistentes del verdugo en el Acto I.
El escenario estuvo ocupado por una enorme escalera, con diferentes formas geométricas dispuestas al fondo, simulando rascacielos futuristas, o tal vez, por el contrario, pilares antiguos.