Sara Battesti, directora de comunicación, nos comentaba: "La Trienal se prolonga más allá de estos dos meses, alargando sus actividades con ciclos de conferencias, actividades y eventos de manera continua entre cada una de sus ediciones, intentando mantener un vínculo continuo con el público."
Como ya he destacado, las exposiciones y los libros han sido la mejor prueba de su vitalidad y también su mejor y mayor aportación. La Trienal ha eludido la realización de catálogos, que una vez pasados los eventos pierden gran parte de su interés, y ha apostado por la realización de libros relacionados con las exposiciones, que trascienden las exposiciones, libros que aportan conocimiento a la arquitectura y que tienen una vida mucho mayor, una vez que se terminan los eventos de estos dos meses.
José Mateus, Presidente de la Trienal de Lisboa, nos comentaba en un intervalo entre conferencias: “Queremos hacer más que un festival de arquitectos, un encuentro sobre arquitectura, nuestro objetivo es la arquitectura y si somos capaces de realizar una pequeña aportación a la arquitectura, todo esto merece la pena… Los libros son un reflejo de esas intenciones, con ellos queremos hacer llegar un mensaje más amplio a la sociedad”.
Los libros son un complemento interesante, una capa más en la difusión de los temas tratados, una extensión de las ideas planteadas en las exposiciones. Exposiciones como, “Agriculture and Architecture: Taking the Country’s Side” tienen todo el interés cuando se complementan con el discurso planteado con las otras cuatro exposiciones.
Todas las exposiciones han tenido un brillante diseño escenográfico, un montaje que también es una forma de transmitir un mensaje más sobre la arquitectura . Algunas de ellas son el resultado de interesantes colaboraciones y trabajos desarrollados durante tres años con escuelas de arquitectura europeas.
Son un trabajo ingente, a veces enciclopédico, y varias de ellas con un tratamiento exhaustivo de las imágenes. En algún caso, un poco excesivo, casi tendente a mostrar un horror vacui. Una acumulación de imágenes tal que en alguna exposición se han puesto prismáticos para poder verlas dada la distancia a la que estaban del espectador, como es el caso de Economy of Means que puede todavía visitarse hasta el 13 de enero de 2020.
La fuerza, el valor, o simplemente la colonización de las imágenes, en un mundo claramente Instagram-izado, ha resultado también un interesante debate, sobre cómo hay diferentes formas de acercarse a esta saturación de la imagen que por otro lado es un instrumento básico y fundamental en el lenguaje metalingüístico de la arquitectura y cuyas diferentes visiones, a veces sin demasiada intensidad, han sido presentadas en inteligentes y espectaculares escenarios, como en la exposición de Inner Space, que puede visitarse hasta el 5 de enero de 2020.
Quizá lo más importante y un aspecto especialmente destacable es que los discursos son accesibles a un público no especializado. Las exposiciones son un gran ejemplo de cómo la misma imagen puede ser interpretada por diferentes arquitectos mediante diferentes relaciones, y en general cómo el visitante puede acercarse de una manera abierta a ellas, para sacar sus propias conclusiones.
Es una Trienal que consolida sus objetivos, se aleja de los festivales del star-system, sin perder su compromiso con la Arquitectura intentando acercarse cada vez más a un público más amplio, y que ha sido mucho, mucho más de lo aquí contado.