Descripción del proyecto por Frank Mazzarella y Pedro Caro González
El nuevo Teatro Miguel Mihura Álvarez, situado en el suroeste de la ciudad de Medina Sidonia (Cádiz) ocupa el antiguo solar de la Iglesia del Convento de San Francisco construida en 1650 y convertida en teatro en 1852 tras la desamortización. Esta zona de escasa edificación ofreció la oportunidad de convertir este lugar en un nuevo espacio público, revitalizando el área y creando un nuevo foco de actividad social y cultural para la ciudad.
La intervención parte de la conservación del antiguo ábside de la desaparecida iglesia y aprovecha sus bóvedas y hornacinas para crear un vestíbulo de varias alturas. Un nuevo lucernario permite la iluminación cenital de estos elementos, haciéndoles recobrar su protagonismo y creando un espacio de gran escala que se percibe como una prolongación del tejido urbano. Durante la obra se descubrió que la cota de cimentación de la iglesia se encontraba a un nivel muy inferior al previsto, lo que permitió la creación de una sala de exposiciones que recibe luz natural a través de la bóveda situada encima de la restaurada cripta.
La puesta en valor de estos restos históricos ocultos detrás del escenario del anterior teatro fue posible al invertir su distribución original, girándola 180 grados, convirtiendo así la torre del escenario en una gran pantalla de cine y transformando la plaza Ramón y Cajal en un espacio escénico al aire libre. Esta plaza, con su pendiente original y nuevo graderío de granito, acoge todo tipo de actividades y espectáculos mediante la apertura de las grandes puertas acristaladas al fondo del escenario.
La escalera principal se desarrolla debajo de un lucernario a lo largo del edificio, comunicando todos los niveles. En planta baja, al estar los peldaños en voladizo adquiere un carácter liviano, flotando en el espacio para permitir el paso de luz al tramo inferior.
Para los acabados exteriores se ha elegido materiales de larga tradición; enfoscado de mortero de cal blanco y cantería de granito, buscando que la intervención se integre con la mayor naturalidad dentro del conjunto histórico de Medina Sidonia. El mortero de cal se vuelve a utilizar en el interior para revestir las paredes conservadas de la antigua iglesia, diferenciándolas sutilmente de la pintura blanca empleada en los paramentos de nueva construcción. Las dependencias de los vestíbulos están expresadas como grandes muebles fabricados de paneles alistonados de madera, distinguiéndose de los elementos realmente estructurales del edificio. Este mismo material envuelve al espectador dentro del patio de butacas, generando una piel escalonada que facilita la correcta difusión acústica. Grandes contra-ventanas ocultas en este revestimiento pivotan para dotar la sala de iluminación natural para determinadas actividades.
Al tratarse de un edificio exento de gran volumen, el teatro cobra protagonismo como elemento referencial en el paisaje, tanto en las vistas desde la población como en la visión que aporta hacia ella y su entorno natural. Esto, junto con su privilegiada situación elevada y próxima al límite occidental de la ciudad, generó la idea de aumentar la oferta cultural del teatro con la creación de terrazas en su cubierta que permiten una variedad de programaciones paralelas, permitiendo al público recorrer el edificio en toda su altura.
Vestíbulos y escalera se convierten así en espacios de transición entre dos plazas, siguiendo un recorrido en espiral que desemboca en un espacio para recepciones vaciado de la parte superior del edificio, donde grandes huecos captan diversas imágenes del patrimonio de uno de los más bellos “pueblos blancos” de la provincia. Desde ahí se accede a un mirador que acoge actuaciones y ofrece como telón de fondo el extraordinario panorama de la campiña gaditana, la costa y gran parte de la bahía de Cádiz.