La ampliación del edificio Dorleta se produce con la inserción de una crujía de 6 metros de fondo donde se podrán desarrollar diversas funciones. Por otro lado, se ha mantenido el armazón de hormigón para facilitar una mejor luminosidad. Si bien el interior contó con la mayor atención en cuanto a diseño y organización, el exterior, por su parte, también tuvo un papel importante. Cada cara (Norte, Sur, Este y Oeste) se adhieren al conjunto como respuesta al entorno que rodea al edificio.
Descripción del proyecto por beSTe arkitektura
El edificio Dorleta fue construido en 1976 para alojar una Escuela de Profesores, y posteriormente integrada en Mondragon Unibertsitatea como parte de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (HUHEZI). El campus de Eskoriatza de esta facultad lo conforman tanto Dorleta como el edificio 'Nagusia', situado al otro lado del río Deba. Los dos edificios funcionan conjuntamente, tanto a nivel de programa como de instalaciones –siendo la pasarela sobre el río el elemento que permite esta unión y operatividad conjunta.
El proyecto surge como resultado de un proceso participativo de diagnóstico compartido que tiene como objetivo repensar los espacios del campus. Se trata de un proyecto transversal que busca espacializar las características y necesidades específicas (pedagógicas, relacionales y afectivas), tanto presentes como futuras, de la comunidad que conforma la Facultad.
Además de dar forma arquitectónica a los conceptos clave que se adoptan en las mesas de deliberación del proceso, tales como la adaptabilidad y apropiabilidad de los espacios, o la porosidad hacia el contexto, entre otros, la decisión principal del proyecto se centra en las posibilidades que abre la (necesaria) reforma del edificio Dorleta.
El proyecto propone como premisa inicial mantener su estructura de hormigón , con una luz transversal de 11 metros adecuada para los espacios polivalentes de aprendizaje, sumándole una nueva crujía de 6 metros de fondo. Esta adición permite que la superficie del antiguo edificio se convierta en una especie de aulario adaptable, y que la nueva crujía absorba tanto las circulaciones como las actividades más informales de los procesos de aprendizaje de sus habitantes.
Esta premisa de adición se adapta y amplía en planta baja para poder alojar los nuevos usos que demanda la estrategia pedagógica de la universidad. Su pieza principal, KoLaborategia, adopta la misma dimensión del claustro del edificio 'Nagusia' para acoger el 'Laboratorio de educación y comunicación para la sociedad digital', creado recientemente. El espacio intermedio entre KoLaborategia y la antigua estructura de Dorleta conforma el nuevo hall, lugar de encuentro principal del campus. Este espacio se denomina 'Hondartza', la Playa. El proceso de diagnostico compartido nombró así los espacios que debían ser más indeterminados, dejados en crudo: espacios con vocación de ser apropiados para diversos usos, espacios adaptables en el tiempo.
En este sentido, la flexibilidad que exigen las nuevas propuestas pedagógicas obligan a ensayar nuevos tipos de aulas. Más que aulas al uso, estos espacios se definen como áreas de aprendizaje flexibles. Son espacios relativamente inacabados, en los que las instalaciones se concentran en los techos. Techos donde se ubican la mayoría de los dispositivos que garantizan la adaptabilidad de estos espacios a un proceso pedagógico que exige ser cambiante en el tiempo –tanto a la variabilidad de tamaño de los grupos de trabajo, como a la reformulación constante de los contextos pedagógicos que los habitan. En estos techos se ensamblan diferentes capas tecnológicas que, facilitando la movilidad de los puntos de fuerza, garantizando el confort acústico, etc., forman un mecano capaz de ser transformado en un futuro.
Un itinerario por el exterior del edificio muestra, a su vez, que éste responde de maneras diversas al espacio urbano que reordena. Al noroeste, el edificio debe responder al paseo de borde de río . Esta cara del edificio es cruda, los muros de hormigón se van plegando para acompañar el paseo. Al sureste, el nuevo patio se muestra algo más sofisticado, más hervido. Recoge la orientación sur abrazando un nuevo espacio exterior, al que ofrece terminaciones de fachada de entablados de madera de pino de los bosques cercanos. Una estructura superpuesta a estas caras del edificio funciona a la vez como soporte para los sistemas de sombreo, las barandillas y las celosías de malla tensada que servirán de entramado para las especies vegetales que acompañan el edificio. Especies que también habitan la cubierta de Hondartza, convertida en un jardín que devuelve al entorno la misma superficie que la ampliación del edificio ha ocupado.