El ecosistema es la principal herramienta que ha utilizado la arquitecta para el proyecto, estudiando sus particularidades topográficas y geográficas. Los materiales utilizados son los que se pueden encontrar en el área natural, como las piedras de granito, el eucalipto, el pino o el abedul entre muchas otras. María Fandiño combina el azul del mar como vista principal con el gris del entorno.
Descripción del proyecto por María Fandiño
El lugar Protegida a este por la Serra da Groba y abrazada a oeste por el Océano Atlántico, la explanada del Horizonte se erige dominando las vistas sobre la llanura costera. La sección del territorio desciende desde el Monte Torroso por la ladera dejando a su paso un paisaje de bosques de repoblación, masas graníticas con arbustos de bajo porte y una llanura costera fértil producto de la deposición de sedimentos del cuaternario. La antropización de esta llanura dibuja terrazas de mampostería que han permitido su cultivo a lo largo de la historia y pliegan su morfología hasta el encuentro con el mar.
En los años 70’,con la construcción de la PO-552, el Horizonte, punto de reunión en Portecelo ,se rellenó de escombros para crear una explanada rompiendo así la sección natural de la costa, bloqueando la escorrentía natural y desequilibrando el ecosistema autóctono. La explanada se consolidó como un espacio vacío, un relleno que se realizó sin entender la ecología sumergida a sus espaldas. Una superficie para ser un lugar de reunión, “una gran explanada” y que, a su paso, borró el código genético del lugar y, por tanto, nunca se consolidó como espacio de reunión.
El proyecto trata de recuperar la memoria y de regenerar el ecosistema degradado a través de una herramienta: el propio lugar. Mirando por y hacia el entorno, se estudia la topografía, los drenajes, la vegetación, las proporciones y la materia... se pretende redibujar el paisaje. Proyectar hacia el paisaje permite a la arquitectura ser obsequiada por la naturaleza. La reaparición de las laxes graníticas que anteriormente coronaban la costa supuso un punto de inflexión: la arquitectura bajó la mirada para mostrar el propio territorio en su máximo esplendor. Lo que se había dibujado muta a medida que avanza la obra, cada roca que aparece se limpia, se dignifica y modifica las trazas del plano. El paisaje recoloniza el espacio y el proyecto se pliega a su merced. La arquitectura se vuelve invisible, adaptándose a las nuevas morfologías. La secuencia de terrazas conectadas por rampas y escaleras permite la constante visión al horizonte y su distribución según la intensidad de uso. Pavimentos y muros conjugan las granulometrías del granito para fundirse con la masividad de las laxes, esta masividad contrasta con las estructuras de juegos infantiles, mobiliario y luminarias que se erigen ligeras, flotando sobre la roca. Geometría y topografía se concatenan hasta tocar la cota natural del terreno en una atmósfera donde todo es piedra y sal. La vegetación La estrategia de plantación toma conciencia de la salinidad del océano, sus condiciones adversas y la acidez del suelo.
La comunidad climácica de la costa atlántica radicaba en el robledal termófilo galaico-portugués: la asociación Rusco aculeati-Quercetum roboris. Teniendo presencia también el robledal Galaico- Septentrional en la asociación Blencho spicantis-Quercetum roboris. Este bosque atlántico, olvidado ya en la memoria colectiva debido a la intensiva explotación por especies de repoblación ( eucalipto y pino) , se presenta en suelos ácidos formando sistemas complejos: las arbustivas generan asociaciones con los árboles y los estratos tapizantes de forma que equilibran el ph y mejoran la calidad del suelo para poder sobrevivir las embestidas del atlántico, la salitre y la excasa profundidad de suelo. Actualmente, especies invasoras como el metrosideros excelsa, la acacia auriculiformis y el eucalyptus globulus han monocultivado y empobrecido los suelos. Alejarse de los resultados inmediatos y entender el proyecto como un elemento vivo que se completa en el tiempo es básico para conseguir la resiliencia sobre la cual se establecerá de nuevo el ecosistema.
El proceso de plantación se resume en una sucesión ecológica que incorpora especies que mejoran la estructura edáfica del suelo, especies nodrizas (abedul) que protegen ante condiciones climáticas estresantes a las especies objetivo (roble y alcornoque) y mejoran la composición del suelo. Estas especies están condenadas a desaparecer en cortos períodos de tiempo, para garantizar la salida de las especies objetivo. Al mismo tiempo, las arbustivas se introducen con baja densidad, con marcos de plantación amplios que permiten a los taludes ser conquistados por la vegetación autóctona de costa gracias a los vientos del sur, así primavera tras primavera observamos cómo el paisaje se mimetiza con el medio, sin riego, sin podas excesivas, permitiendo la putrefacción de especies que alimentan el sustrato. Se regenera un suelo altamente degradado y, con el tiempo, se recupera un paisaje.
La atmósfera resultante oscila entre el gris de la montaña y el azul del océano, quietud y movimiento, gravidez y ligereza, amanecer y atardecer. Formas puras que se encastran en el pavimento y se funden con el paisaje colindante. Un paraje para sentir el territorio y sus formas, para sentir la tectónica que emerge del océano hasta tocar nuestros pies.
Valores:
Valores culturales y artísticos: El proyecto nace de entender el territorio como un artificio elaborado, estudia sus patrones de funcionamiento, proporciones y su composición, su geomorfología, vegetación, profundidad de suelo… que componen su estructura. En este contexto, el territorio se concibe como arquitectura en sí misma donde, a través de los valores culturales y patrimoniales el proyecto comienza a tomar forma. Se trata de un mecanismo en continuo cambio, un proceso continuo en el tiempo que comienza a tomar forma en la obra donde la arquitectura baja la mirada, se pule y adapta durante el proceso constructivo a las rocas que aparecen en el proceso de excavación. Estas rocas son el código genético de los habitantes del sitio y, a través del espacio público se enfatiza esta materialidad, convirtiendo a vecinos y visitantes en parte activa del proceso, reconectando a las personas con la energía del lugar y su historia. El espacio resultante es una combinación entre territorio y vanguardia, un paraje para sentir
Valores asociados a la rehabilitación y regeneración: Entendiendo la arquitectura como la expresión del medio, el proyecto habla de nuevos usos ligados a la economía de formas y materias del propio medio: km0. La aparición de las laxes y el análisis de la profundidad de suelo dictaminó un duro ejercicio para recuperar el ecosistema de costa atlántico que llevaba soterrado 50 años bajo los escombros. El proyecto toma conciencia de esta situación y reinterpreta el espacio público como una oportunidad de devolver al medio su autosuficiencia. Lejos de ser una solución inmediata, se opta por plantar especies vegetales nodrizas, que modifican el Ph del suelo para que, posteriormente las especies objetivo puedan desarrollarse en el tiempo. La baja densidad de plantación de espera que el viento termine de colonizar los espacios con especies autóctonas de costa. Con esta estrategia no sólo se recupera un ecosistema, si no que se plantea un cambio en el modus operandi, no hay riego, no hay especies ornamentales, el objetivo es la regeneración.