Con este proyecto Lluís Alexandre trata de analizar por qué esta casa puede considerarse paradigma estético de una época, contraponiendo y cuestionando las diferentes domesticidades que en ella tienen lugar a través de los siguientes estrategias:
En primer lugar, la opulencia del imaginario que impulsó el diseño original de la vivienda: la escalera de la casa se ubica dentro de una torre medieval con ventanas de arco de medio punto; la galería de entrada se sostiene sobre columnas dóricas prefabricadas; el vestíbulo y la escalera están recubiertos por mosaicos andaluces industriales…
En segundo lugar, las vistas privilegiadas del casco antiguo desde la fachada posterior de la casa, al borde de una zona suburbana y de campos, están en constante peligro: una vez que el país experimente una recuperación económica, estos espacios agrícolas probablemente se urbanizarán para permitir la anexión del área suburbana al núcleo del pueblo.
Y tercero, el interior doméstico de la casa atestigua las sensibilidades de las generacionales radicalmente distintas que han constituido el boom. Dentro de la casa, grandes cantidades de artesanía tradicional castellana producida por María Luisa, que recuerda los orígenes rurales de la familia, se colocan junto a los objetos de diseño de la firma adquiridos por sugerencia de los hijos de María Luisa y Jaume.
La intervención intenta resaltar estas tres condiciones a través de una sola operación. La escalera, que es restaurada utilizando técnicas artesanales castellanas mezcladas con nuevas tecnologías que resaltan los materiales y detalles originales. Como si se tratara de una ruina, la escalera se llena de vegetación que sirve como sustituto de las vistas de los campos en peligro. Este nuevo jardín vertical es fruto de una colaboración con Álvaro Carrillo y Paula Currás.