¿Cómo debe ser una revista colegial para arquitectos? ¿Cuál o cuáles deben ser los soportes para ello? ¿Qué debe contar dicha publicación? No es una respuesta fácil la que tienen que resolver los concursantes de la nueva Quaderns.
Intentaba recordar cuando fue la primera vez en la que tengo constancia personal de la existencia de Quaderns y la realidad se confunde al haber sido en años posteriores soporte de alguna de mis investigaciones.
- Las etapas de Mateo y Gausa, con diferente perfil, supusieron aportaciones inestimables durante las décadas de los años de 1980 y 1990. Vistas desde fuera suponían la existencia de una publicación con una carga editorial pocas veces superada por Arquitectura, del COAM, y una ejecución en la producción casi impecable. Si a ello se añaden sus 2 ediciones en 4 idiomas, 2 a 2 (francés, español, catalán e inglés) el universo que representaba la publicación era realmente excepcional.
- La etapa de Ivan Bercedo-Jorge Mestre supuso un período de preciosismo gráfico tranquilo, en un período quizá demasiado excitado.
- La etapa de Lluis Ortega / Ramón Faura, a principios de la primera década del s. XXI ,no ha sido suficientemente valorada en cuanto a las aportaciones en maquetación, impresión e investigación. Con contenidos que se adelantaron en muchos casos a su tiempo y que no por casualidad fue el período en el que recibieron el premio Jean Tschumi, en el 2005.
- Posteriormente se redujeron el número de ediciones al año y se unificaron tres idiomas en el mismo ejemplar. En su último periodo, brillante también, pero sin embargo, por un exceso en la densidad de sus contenidos, por un exceso de erudición, por un desencuentro con las generaciones más jóvenes, Quaderns se ha desdibujado, difuminado y eso no es bueno en un tiempo tan acelerado.
Quaderns debe posicionarse ante una etapa que sólo calificaría de incierta. Quaderns se ha desarrollado magistralmente en el pasado, ¿lo será en el futuro?
José Juan Barba