Mientras caminábamos hacia la avenida donde se situaba nuestro destino, mi amigo iba recordando las fiestas y viajes a los que habíamos acudido juntos. Por igual mencionábamos a todos y cada uno de los antiguos amigos del colegio, al menos, de los que nos íbamos acordando.
Un gusanillo en el estómago nos advertía de la proximidad de tan venerado referente, revistas y clases de tardes lluviosas en la Escuela, gotas y palabras que desentrañaban los secretos de cada espacio que lo conformaba, las ganas de realizar un viaje en su búsqueda aumentaban, el mito crecía imaginando cómo sería estar frente a frente...Y en esas clases, la ilusión de unos alumnos de tercero, con ganas de soñar, de descubrir lo tantas veces comentado...
Acceso al Kunsthalle desde la Avenida. Fotografía © Javier Sancho Andrés.
Un pitido nos devolvió a la calle, bajándonos de la nube de recuerdos que estábamos hilvanando...y nos condujo de lleno a su encuentro. Tan inesperado fue el hecho, que mi amigo se quedó sin palabras. A su mente y por igual, a la mía, volvieron las sensaciones de un primer contacto. Yo ya lo conocía, pero me seguía emocionando su impecable presencia, su consonancia con dos mundos, el del parque a su espalda, relajado, y la confrontación en la entrada ante la avenida principal, tierra de nadie, sólo de coches y ambulancias que se dirigían al hospital cercano...No estábamos solos, otros grupos se quedaban ensimismados contemplando su sutil presencia. Tras el primer impacto y atravesar su corte central, nos adentramos en su mundo, de planos inclinados, de luces alucinantes, de bosques de pilares o pilares hechos bosque...Y en sus escaleras, una pequeña ironía, un guiño al ideólogo de tal elemento, si bien buena culpa la tiene el equipo humano que le rodea, que no escatima en ceder su tiempo, el de su vida, a sugerir unas líneas que tanto repercuten, que son tan eternas...
Un salto en el tiempo, que no en el imaginario arquitectónico. Mañana soleada, bicicleta y día libre. ¿Qué hacer? La posibilidad de emprender un viaje azaroso, pero con un foco central. Unos amigos, su visita y el empeño por descubrir todos los rincones de la urbe. El canal nos conduce, tras observar como una multitud colapsa las riveras del mismo, tomando los rayos de sol por doquier, que tanto se niegan a lo largo del año a desparramarse por su superficie, entre recovecos de otro interés, algunos de ellos gemelos, hacia un terreno de nadie, anegado tras la Guerra, maldito para muchos, final de tantos...Y en su borde, ahora surgen balcones triangulares, montañas habitables, centros inmensos...En uno de sus resquicios, se acomodan los pensamientos y las cábalas de los estudiantes que comparten su vida en un segmento de la corona circular, plena de espacios comunes hacia su interior, en forma de voladizos que penden unos sobre otros, cocinas y salones, relatos y cigarro...Y en el interior, el jardín, donde algunos leen, otros conversan, centro de reuniones de los que salen de lavar su ropa, visitantes cámara en mano, café y ordenador en su descanso...
Patio circular interior del colegio mayor. Fotografía © Javier Sancho Andrés.
¡Qué concierto! Al unísono compartíamos la certeza de haber disfrutado de un gran momento, tras una semana de espera que, si bien no había sido impaciente, connotaba mucha ilusión: dejar el trabajo para tomar el U-bahn, sorteando temperaturas intempestivas, bueno, no tanto, llegar y perpetrar sus intersticios, uno de los cuatro que lo conforman, base de tantas notas musicales, tantas canciones coreadas. Y, en nuestro caso, la vuelta a un referente, a una experimentación al otro lado de Viena, cercano a la tumba de Mozart, cuando los conciertos eran otra cosa y, por igual, al extraordinario Arena, tan parecido, aunque no en tamaño, al madrileño “Matadero”, sabor a Legazpi y Manzanares en pleno corazón de Europa...Y sus cuatro piezas, que son de todo, vivienda y tienda, centro social y gimnasio, propuestas adyacentes a moles de ladrillo, que lo colonizan, incluso piezas adosadas que los envuelven. Yerguen cercanos al Danubio, aunque no en su orilla, y nos dan la bienvenida tras aterrizar en el aeropuerto internacional. Su presencia no desentona con la inmensa central de energía que yace cercana, ni con las esbeltas torres de ladrillo industriales...Tal vez vayan templando la escala, de una periferia dedicada a la industria, al centro de una ciudad tan exquisita.
Y en la base, nosotros. Y con nosotros, la música y la certidumbre de querer repetirlo.
IN TREATMENT [>2] - METALOCUS.
DIRECTOR: JOSÉ JUAN BARBA. COORDINACIÓN: INÉS LALUETA. ORGANIZACIÓN: INÉS LALUETA, PEDRO NAVARRO. INVITADOS SEGUNDA TEMPORADA: JOSÉ JUAN BARBA, JAVIER SANCHO, FRANCISCO PELAEZ, MICHAEL MORADIELLOS, MELISSA SCHUMACHER, VERÓNICA ROSERO, AINHOA MARTÍN.