Corría un caluroso 15 de junio de 2010, un grupo de jóvenes arquitectos de diferentes nacionalidades y un concurso por dilucidar: “Concurso para el Museo de la II Guerra Mundial en Gdansk (Polonia)”. La ilusión, las ganas y la competitividad se apoderaban de cada uno de nosotros facilitando el proceso de engrase de la maquinaria de trabajo. Durante los primeros días leímos y releímos las bases, estudiamos, analizamos y levantamos el entorno de aquella ciudad de carácter e historia eminentemente industrial. Una parcela triangular de miles de metros cuadrados, obsoleta lindaba en uno de sus lados con uno de los ríos que bañan la ciudad.
Maqueta de emplazamiento. Cortesía de Francisco Peláez Marín.
Tuvo lugar un primer “brainstorming”, donde tímidamente cada uno exponía, con cara roja incluida, lo que le sugería aquello en algún aspecto. Este proyecto pone de manifiesto totalmente las estrategias de trabajo de la arquitectura holandesa. El edificio nació de una forma de génesis compleja, cuyas caras no eran perpendiculares al plano del suelo y cuyos ángulos estaban totalmente dislocados. Este objeto arquitectónico con ganas de tumbarse se vendaba estructuralmente con dos tipos de directrices o ejes diferentes que se repetían en paralelo, cruzándose dichas vendas generando un entramado romboidal. Las diferentes distancias entre dichos vendajes creaban ciertas distorsiones en el tamaño del objeto provocando un juego yuxtapuesto de perspectivas. Este proceso de proyecto basado en la generación de mallas estructurales tridimensionales complejas, era muy característico en todos los proyectos del estudio IBA.
Unos pocos estudiaban el prototipo desde el punto de vista estructural, usando para ello, un sistema de vendaje basado en una serie de gomas elásticas de diferentes colores. Otro grupo de personas se dedicaban a indagar posibles sinergias entre las diferentes partes del programa utilizando para ello maquetas de trabajo bastante interesantes.
Sección. Cortesía de Francisco Peláez Marín.
De un segundo “brainstorming”, tras varias deliberaciones, surgió la idea sencilla y a la vez radical de coser la envolvente y controlaba todo el ámbito programático. Tres enormes bandejas estructurales, de cuatro metros de altura y unidas por escaleras mecánicas, albergaban los usos de carácter más técnico a la vez que arriostraban estructuralmente el conjunto del edificio. De esta forma se liberaba el resto del espacio, usando gran cantidad de volumen de aire para los temas propiamente expositivos del museo. La última bandeja que remataba el edificio en su parte alta, se rompe y desdibuja maclándose visualmente con las salas de exposición. Todo el programa ubicado en la bandeja de cubierta aglutina los usos más lucrativos, discriminándolos un poco en ese sentido pero consiguiendo una mayor funcionalidad.
El objeto arquitectónico se termina convirtiendo en blando en sus vértices y aristas a modo de gran gominola blanca y brillante, contrastando con la piel arañada de rombos de la envolvente que nos lleva al dolor y al sufrimiento que supuso aquel momento de la historia.
Participantes. Fotografía © Francisco Peláez Marín.
Un caluroso 8 de agosto de 2011, todas las personas que habían intervenido en ese proyecto se sentaban sobre uno de los espigones de tablas de madera que conectaban el estudio, adentrado en el río, con la tierra. A modo de gran barbacoa, nos tomábamos unos vinos brindando eufóricos por lo que habíamos proyectado…el resultado del concurso es algo, que nunca quedará en nuestras manos.
IN TREATMENT [>2] - METALOCUS.
DIRECTOR: JOSÉ JUAN BARBA. COORDINACIÓN: INÉS LALUETA. ORGANIZACIÓN: INÉS LALUETA, PEDRO NAVARRO. INVITADOS SEGUNDA TEMPORADA: JOSÉ JUAN BARBA, JAVIER SANCHO, FRANCISCO PELAEZ, MICHAEL MORADIELLOS, MELISSA SCHUMACHER, VERÓNICA ROSERO, AINHOA MARTÍN.