En esta edición, el festival ha contado con el polifacético Fernando Colomo como presidente del jurado de sección oficial y ha mostrado su último largometraje, Isla Bonita. Hemos podido charlar con él sobre su formación como arquitecto y su visión de la situación actual de la arquitectura.
L.M. ¿Qué influencia ha tenido tu formación como arquitecto en tu trabajo como director?
F.C. La verdad es que mucha, aunque no de manera directa. Por un lado me ayudó materialmente ya que me permitió ahorrar, durante los 5 años que ejercí la arquitectura para poder hacer mi primera película. Por otro lado mi formación como arquitecto me daba cierta ventaja a la hora de planificar, de visualizar el espacio, de poder dibujar rápidamente o de crear storyborads más estudiados. Tenía unas herramientas que me hacían sentirme cómodo y que en ciertas películas han sido fundamentales.
L.M. ¿En qué momento decidiste cambiar la arquitectura por el cine?
F.C. La arquitectura fue siempre para mi algo provisional. Cuando yo terminé el colegio, se accedía a la universidad con 17 años y para entrar a la escuela de cine tenias que tener 21 años. Para no quedarme colgado 4 años y como se me daba bien el dibujo decidí ingresar en la escuela de arquitectura aunque estuve a punto de dejarla, los dos primeros años me resultaron los más duros.
L.M. ¿Cómo fue tu ejercicio como arquitecto?
F.C. Estuve de arquitecto municipal en Villadelprado, a 60 Km de Madrid, durante 5 años. Incluso después de haber realizado dos películas, hice un par de chalets, pero me costaba convivir con tanta burocracia. La parte del proyecto la disfrutaba, pero el papeleo me abrumaba y el ejercicio de la profesión no tenía nada creativo como arquitecto municipal.
L.M. Si a día de hoy, teniendo en cuenta la coyuntura económica actual, tuvieras que decidir entre dedicarte al cine o a la arquitectura, ¿por cuál de las profesiones optarías?
F.C. Me quedaría con el cine, pero últimamente estoy deseando tener tiempo libre para desarrollar un proyecto que hice en tercero de carrera, unas viviendas unifamiliares inspiradas en el proyecto Habitat 67 de Moshe Sadfie y el módulo HELE de Rafael Leoz. Desarrollé la idea con tizas y piezas de Lego (agotamos todas las piezas de todos los Corte Inglés de Madrid). A día de hoy solo tengo una foto de la maqueta y estoy deseando tener tiempo para poder reproducirla y proyectarla de nuevo.
L.M. ¿Por qué crees que ha habido tanta relación entre el cine y la arquitectura?
F.C. El arquitecto de por sí siente una fascinación por el cine. Recuerdo que en la escuela los estudiantes eran muy aficionados, como si fuera una asignatura más de las que gustan. En mis inicios como cineasta llamaba a compañeros ya instalados en la profesión como Higueras y Miró que se implicaron en mis proyectos y me ayudaron a financiar mis primeras películas.
Aunque es cierto que no hay muchos casos de arquitectos que se han pasado al cine. En España también está Juan Bollaín y recuerdo que en su época Ricardo Bofill hizo un corto que se llamaba Circles muy estético, sin diálogos.
L.M. ¿Sigues la actualidad de la arquitectura?
F.C. En los últimos años he seguido la arquitectura con preocupación y cierto enfado. Parece que la gente está participando más de la arquitectura pero de la arquitectura de arquitectos estrella que lo que proyectan son esculturas habitadas por dentro. Toda esa exhibición casi obscena de poderío arquitectónico, lleva a la arquitectura al servicio de la sociedad actual, una sociedad desigual y de consumo desmedido. No dejan de ser obras faraónicas como símbolo de ese poder.
Por otro lado veo que existe lo contrario, arquitectos jóvenes fundamentalmente que hacen arquitectura barata e inteligente adaptadas al medio. Si ahora fuera arquitecto me preocuparía mucho por la sostenibilidad energética, las casas pasivas, cosas de las que antes no se hablaba.
L.M. ¿Cuál de las dos profesiones ves con más proyección de futuro en España?
F.C. Están las dos fatal. La diferencia es que la arquitectura ha pasado de 100 a 0. El cine siempre ha estado en crisis y se ha ido adaptando a las dificultades.