En lugar de revestimiento exterior, FR-EE eligió permitir que el complejo sistema de cerchas y aros de madera definiera la experiencia interior. El elemento crea una porosidad que permite espacios entre los miembros estructurales que dejan pasar la luz del día, el viento y la arena, manteniendo los quemadores en un espacio que se siente a la vez cerrado y conectado con el paisaje circundante.
Descripción del proyecto por Fernando Romero EnterprisE (FR-EE)
FR-EE ha proyectado el Templo Holon para Burning Man, el evento anual que lleva a decenas de miles de personas, conocidas como Burners, al desierto de Black Rock de Nevada para un experimento de una semana de vida comunitaria. Cada año, el evento, respaldado por los principios de participación cívica, reflexión espiritual y autoexpresión, invita a un equipo de arquitectos y artistas a diseñar una propuesta de templo donde los Burners puedan reunirse, meditar y reflexionar.
La propuesta de FR-EE para el templo se inspira en la palabra griega antigua holon, que denota un objeto que es completo en sí mismo y una parte integral de un sistema más grande. Guiado por este concepto, el templo toma la forma de un elipsoide de madera oblongo que alberga una versión más pequeña de sí mismo que sirve como altar. El altar en sí contiene una réplica aún más pequeña de él, creando un sistema anidado de objetos que invita a la contemplación y encarna la idea de un holón.
Para lograr la forma distintiva del templo, FR-EE ideó un sistema de armazones de madera que se arquean hacia afuera y están arriostrados por 34 miembros horizontales circulares, uno por cada año de existencia de Burning Man. Las armaduras culminan en el anillo de compresión miembro número 35, que representa la edición de 2020, que se abre al cielo para dejar entrar la luz. Recordando el óculo del Panteón, el anillo de compresión corona incorpora tradiciones milenarias de arquitectura religiosa y espiritual en el diseño de este templo contemporáneo.
En lugar de revestir la estructura, el proyecto permite que el complejo sistema de cerchas y aros de madera defina la experiencia interior. Las brechas entre los miembros estructurales dejan entrar la luz del día, el viento y la arena, lo que da como resultado un espacio que se siente a la vez cerrado y entrelazado con el paisaje circundante. A medida que la estructura se acerca al suelo, los anillos horizontales se ensanchan para formar bancos que envuelven los perímetros del interior e invitan a los quemadores a congregarse, reflexionar y meditar.
Con la forma de un círculo, el plan del templo centra la atención en el altar central y fomenta un sentido de reunión y comunidad. La geometría única del plan también hace referencia a las connotaciones tradicionales del círculo, que, al ser una forma sin principio ni fin, se considera un símbolo de unidad e infinito.
De acuerdo con la tradición de Burning Man de no dejar rastro, el templo fue diseñado para ser quemado en el suelo al final de la reunión de una semana. Como parte de este proceso, el equipo de diseño planeó plantar la cantidad de árboles necesarios para contrarrestar la cantidad de contaminación que generaría la quema.