El pasado año el estudio de arquitectura DC.AD junto con el arquitecto Víctor Vicente se encargaron de restaurar el Espejo de Agua tratando de rescatar las características del mismo antes de su cierre tras la finalización de la feria de 1940. Además del programa original de restaurante, el proyecto actual incluye galería de arte, sala de conciertos, oficinas, una tienda y espacios de trabajo.
Descripción del proyecto por DC.AD + Victor Vicente
En 1940, Portugal conmemoró el tricentenario de su Independencia y el 800 aniversario de su nacimiento con un programa de eventos que culminaron en la Exposición del mundo Portugués. Situada en Belém y focalizada en la Praça do Imperio (Plaza del Imperio), especialmente creada par ala ocasión, la exposición tuvo como objetivo la promoción de los eventos más notables y logros del pasado de la nación. La plaza estaba ya en un lugar rodeada de monumentos alusivos a la era de los descubrimientos, incluyendo el Monasterio de los Jerónimos, la Plaza de Afonso de Albuquerque, la Torre de Belém y el río Tajo.
El Espejo de Agua fue construido para servir como la sala de restaurante / cervecería para el evento, con el proyecto de Antonio Lino, ejecutado bajo la dirección de Cottinelli Telmo, arquitecto principal de la exposición. Su estilo modernista estaba sujeto a modificaciones posteriores que restaron valor a sus dimensiones originales tanto por dentro como por fuera.
El edificio está flanqueado por una gran plancha de agua que llega hasta el río para crear una sensación de flotabilidad. La estructura general sigue una métrica rigurosa que comparte sus proporciones con grandes esculturas que conducen a la entrada. El edificio fue originalmente compuesto por dos áreas separadas y apartadas unidas por una tercera que servía como entrada. Este volúmen fue demolido después de la exposición y se sustituyó por una construcción de carácter efímero, con cubiertas apoyadas en cerchas metálicas recubiertas por láminas de zinc.
La intervención realizada ahora busca restaurar el edificio a sus características originales en el momento de la clausura de la exposición en 1940, antes de que el edificio fuera sometido a grandes cambios. Los elementos que contaminaban visualmente el edificio han sido eliminados, una estructura no original al sur ha sido demolida y las las carpinterías de todo el edificio han sido restauradas. La apertura de una gran claraboya en el centro del espacio alude al patio al aire libre que en su día separó las estructuras principales originales.
La implantación de una cafetería y un restaurante en la planta baja, vinculado a la terraza, llevó al descubrimiento de un mural del artista Sol Lewitt, de 1990, que se restauró completamente. La cocina, ubicada en el centro está flanqueada por paredes cubiertas de jardines verticales.
Al norte, hay una zona de ocio más tranquila con vistas hacia el Centro Cultural de Belém y el Monasterio de los Jerónimos, así como una tienda y una entreplanta. Desde aquí también se pueden ver las escaleras que conducen a la zona de oficinas del primer piso. Al oeste, en la zona de entrada principal, un espacio abierto sirve como galería de arte y sala de conciertos.
El interior muestra la estructura del edificio, dando una idea de las diferentes áreas que lo componen. Los acabados son mínimos, con solado de hormigón y superficies blancas. La iluminación lineal en espacios de trabajo enfatiza el dramatismo del espacio interior, mientras que las lámparas circulares en las fachadas norte y sur aportan un toque final para enfatizar los vínculos con el proyecto original de 1940.