El Capricho es obra contemporánea de la Casa Vicens (1883-1888), y ambos proyectos son los primeros edificios de Gaudí. Estas obras van a ser fundamentales en el devenir de la carrera del arquitecto, y esenciales para el estudio de su trayectoria. Ambas definen el estilo de su primera época, que se distingue, como señala L.E. Cirlot, por influencias mudéjares, orientales y medievales.
La construcción del Capricho fue dirigida a pie de obra por Cristóbal Cascante, amigo y compañero de promoción de Gaudí, ya que simultáneamente éste estaba levantando la casa Vicens en Barcelona.
El exterior del edificio se caracteriza por la utilización de la piedra en la parte baja, del ladrillo visto adornado con franjas de cerámica vidriada que representan girasoles y hojas en el resto, y la superposición de la superficie curva frente a la recta.
La obra se encuentra en un terreno complicado: valle con gran pendiente en la que altiguamente existía un bosque de castaños, cuyas laderas descienden hacia el mar, expuesto al norte. La respuesta a todas estas premisas que dio Gaudí fue un desarrollo del proyecto en horizontal, orientando las fachadas de las zonas destinadas al día hacia el norte. Gaudí dialogó con dos preexistencias del lugar y las incorporó a su obra: un invernadero y un templete, que transformó en el cuerpo central del edificio y en la base de la torre-minarete, respectivamente.
El diseño interior responde principalmente al programa necesario para una persona soltera y con una finalidad recreativa, ya que se trataba de un edificio pensando como residencia de vacaciones. Se distribuye en tres plantas. Gaudí distribuyó el espacio en base al recorrido del sol, situando las dependencias de actividades matutinas al sur, y las vespertinas a oeste, mientras que las estivales se orientan al norte.