La superficie del espacio deconstruido se reproduce en un nuevo volumen, envuelto en una piel de perfiles de acero en forma de V. Esto no solo refuerza la ligereza del anexo, sino que también sostiene su estructura.
Un tercer volumen revestido de madera completa la composición, complementando la piedra y el acero en color y textura, y permitiendo que se lea como un cuerpo independiente.
Descripción del proyecto por Puig · Mir
La antigua iglesia de Callús fue edificada sobre una primitiva iglesia románica documentada desde el siglo X. Junto con el vecino castillo de Godmar, fueron el centro de la vida colectiva del pueblo hasta finales del siglo XIX, cuando la actividad de la industria téxtil consolidó la nueva población junto a la ribera del río Cardener. El abandono y desafección al culto, confinaron los usos de la iglesia en prisión durante la guerra civil, y más tarde, como granja porcina durante décadas.
Este recorrido milenario ha sumado múltiples adiciones sobre las volumetrías edificadas originales, produciendo confusos solapes que enmascaraban la antigua fachada románica de la iglesia.
Nuestro concepto de actuación se basa en la deconstrucción de los elementos sin ningún tipo de valor y que desnaturalizaban las volumetrías originales. Esta estrategia de vaciado despeja nuevas relaciones entre las partes, afirmándolas, mostrando su particular carácter espacial y material.
La plantación de un árbol funda el nuevo centro de gravedad de todo el conjunto, marcando el paso de las estaciones del año desde el mismo “interior” del edificio.
La operación de vaciado de la construcción obsoleta, se permuta en una nueva volumetría, acotada a la misma superficie de-construída. Su ordenación formal y material se relaciona con las antiguas edificaciones y su entorno natural, a la vez que responde a la aplicación de sistemas energéticos pasivos y recuperación de recursos naturales: almacenamiento de agua de lluvia, protección de asoleamientos y ventilaciones cruzadas, entre otras variables.
La elección de una perfilería laminar en forma de V conforma la piel exterior de los nuevos recintos. Esta piel no solo delimita, sino que estructura y soporta la volumetría interior. La disposición geométrica de los perfiles permite aspectos cambiantes dependiendo del punto de vista y la hora del día. A medida que la nueva volumetría se acerca a sus extremos, ésta se aligera y se desmasifica, filtrando la luz y el aire. El resultado es una construcción esbelta de acero que contrasta con la masiva y gruesa piedra anexa.
El cuerpo que alberga los servicios se dispone en la orientación norte del conjunto. La madera que lo reviste se asocia a la vieja piedra y la esbeltez del acero, permitiendo una clara lectura de las diferentes volumetrías del conjunto.
El conjunto edificado ya no es la acumulación de un confuso conglomerado monolítico, sino una suma de estructuras con identidad propia.