En palabras del arquitecto, «El espejo es un dispositivo que dialoga con el habitante permanentemente», por lo que el recorrido de la vivienda se hace de una forma circular, rodeándolo, sin el encuentro de ninguna discontinuidad aparente.
Descripción del proyecto por Javier J. Iniesta
Se trata de la reforma de un pequeño local de 47 m² en la mítica torre del conjunto residencial Grupo Escorial en el barrio de Gracia de Barcelona, premio FAD de Arquitectura y Urbanismo.
El interior doméstico siempre ha estado condicionado por el programa, en estrictas fórmulas de combinación de cocina, salón, dormitorios, baño… todos ellos en sus correspondientes habitaciones estancas con puertas, conectadas a través de largos y oscuros pasillos. Esta organización respondía a las jerarquías y estructuras familiares que para nada tienen que ver con los actuales modos de vivir. Como punto de partida, hemos intentado huir de esta estructura. Hemos intentado buscar nuevas disposiciones espaciales que permitan una mayor flexibilidad programática y acompañen con naturalidad los nuevos modos de vida del sujeto contemporáneo.
En esta pequeña vivienda el programa es ambiguo, necesariamente flexible y desjerarquizado. Su habitante es una persona que a veces vive solo, a veces en pareja; que raramente come en casa y sin embargo le gusta cocinar; que comparte su casa con sus hijos una semana sí y otra no; que tiene una casa pequeña pero necesita sentir que vive en un espacio amplio.
El ejercicio de distribución parte de un espacio único rectangular, jerarquizado solo por una gran ventana corrida en fachada, y el patinejo de instalaciones.
Dos elementos arquitectónicos construyen el nuevo espacio: un muro azul “gordo” equipado que ocupa el lateral junto al patinejo, y que oculta el baño, la cocina y el almacenaje. Y una pared central en V que separa el programa público del privado. Esta pared a su vez actúa como un amplificador espacial: de cara a la zona pública es una superficie espejada de suelo a techo que distorsiona el reducido espacio, generando una sorprendente sensación de amplitud, pero también de irrealidad. Es un dispositivo que estira el espacio y lo transforma, incorporando a este interior doméstico esa componente misteriosa y surreal que producen los espejos cuando se colocan integrados en la arquitectura, y que introducen dentro de la casa las exuberantes palmeras que vemos por la ventana.
La casa, de esta manera, se recorre en círculo alrededor del espejo, sin discontinuidades aparentes; así vas encontrando una cama, una mesa, una librería, un sofá, una cocina… El espejo es un dispositivo que dialoga con el habitante permanentemente, generando distorsiones tan solo perceptibles por el giro en la retícula abstracta de un exuberante y abstracto pavimento hidráulico.
El mobiliario pretende mantenerse en un segundo plano. El sofá, la mesa de centro y la estantería, son de la colección exclusiva que Hay diseñó para Ikea en 2018. La mesa de comedor tiene un sobre octogonal de mármol negro en consonancia con la cocina; se trata del modelo descatalogado Showtime de Jaime Hayon para Bd Barcelona. Las sillas, también negras son las Ant de Arne Jacobsen para Fritz Hansen. La cocina está fabricada a medida y es un diseño de Studio Animal.
En cuanto a la iluminación, se ha combinado aplique en pared y luz de techo. En la entrada se han colocado los focos empotrados Kap de Flos, y linestras sobre el espejo. Tanto en la zona de estar como en el dormitorio se han elegido los apliques Funiculí de Marset.