Descripción del proyecto por Raimon Farré Moretó
Dignificar la ciudad, incorporando elementos, proporciones, materiales y algunas soluciones constructivas recurrentes en la arquitectura tradicional doméstica de Barcelona.
La tribuna, como elemento señorial de los edificios del Ensanche, caracteriza a cada una de las 8 viviendas de las que conforman el edificio. Con una altura libre de 3,4m, se busca las máximas prestaciones a los 40m² útiles de que disponen. Una habitación – una vivienda, con voluntad de ser flexible y poderse acomodar a las diversas vicisitudes que a lo largo de su vida útil puedan acontecer. Un elemento fijo de construcción ligera de unos 10m² alberga los servicios de cocina, baño y acceso y un mueble que agrupa las necesidades de almacenaje, ocio y trabajo, separa y juega con los espacios circundantes de sala-comedor, dormitorio y tribuna.
La materialidad se escogió para garantizar en la medida de lo posible una durabilidad longeva, ésta se reduce a cinco elementos que lo explican casi todo:
El Hormigón armado, presente en los elementos de piedra artificial de fachada, zócalos y pavimentos interiores así como la estructura porticada que también se enseña en el interior.
La cerámica. Cerramientos de una hoja de bloque de cerámica aligerada de 24cm de espesor al exterior y de doble hoja del mismo bloque de 10cm al interior. La cerámica se reviste con un sistema SATE en fachada, mientras que se muestra en el interior con un enjalbegado, mostrando las costuras y la propia expresión del material esperando más capas de cal que suavicen las texturas, aún demasiado agrestes.
La madera se usa para construir los “muebles” de las viviendas y los revestimientos de los rellanos de escalera. Estructuras de entramado de madera de pino acabadas con tableros de alta densidad. Todas las uniones son reversibles para poder acceder al interior de los tabiques y trasdosados.
Las instalaciones son un material más del edificio: todas presentes pero integradas, registrables y manipulables procurando hacer más flexible y longeva la vida útil del edificio.
La suciedad. Las rugosidades de la fachada buscan acomodar la suciedad y los chorretones en determinados lugares y así procurar que con el paso de los años la presencia del edificio mejore, en fin, envejezca.