La volumetría se ha configurado mediante formas sencillas y una estructura mixta en consonancia con la tipología constructiva de los edificios existentes en la zona, sin alterar la topografía original. A derecha e izquierda del porche encontramos el desarrollo del programa de la vivienda .
Descripción del proyecto por Guillem Carrera
El emplazamiento de esta casa forma parte de un tejido urbano de pequeña dimensión que presenta una forma triangular en planta y que queda encajado y delimitado por la autovía, la calle Rovira y Virgili, el cementerio de la ciudad y el paso por debajo de la autovía.
Se trata de una área con unas características morfológicas particulares formada por parcelas de pequeña dimensión, la mayoría de ellas edificadas con viviendas de medidas reducidas construidas entre mediados y finales del siglo XX, a las cuales se accede mediante un vial de entrada y salida en forma de U, que a su vez contacta con una plaza interior.
Debido a la dimensión de las parcelas, a la escasa distancia entre las edificaciones existentes y a la existencia de vallas de separación de poca altura, los vecinos de la zona hacen vida en contacto visual entre ellos, siendo esta una comunidad viva y activa.
La observación y análisis de las viviendas existentes construidas en esta área puso de relieve que la mayoría de estas presentan una volumetría compacta que ocupa ampliamente la parcela, resultando unos espacios no edificados pequeños y residuales, con escasa o nula conectividad y conexión visual con el interior de las edificaciones.
A la vez, las fachadas principales que contienen las aperturas de mayor dimensión, están alineadas a la calle independientemente de su orientación solar. En respuesta de este análisis, la Casa d’en Jaume adopta una estrategia singular: la fachada principal no mira en la calle, lo hace al jardín, orientada a sur.
Todo el edificio se estructura orientado al jardín, pero es en la planta baja donde se crea la máxima integración mediante un porche situado en medio de la casa que fusiona el exterior y el interior de la vivienda, creando una discontinuidad constructiva con la voluntad de tener un espacio de sombra central donde hacer vida y donde tener la anchura de la parcela libre de edificación y en contacto directo con el resto de espacios no edificados.
A derecha e izquierda del porche encontramos un programa de vivienda completa apta para un uso practicable: por un lado encontramos una suite con baño y vestidor y por el otro un cuarto de estar-cocina-comedor que conecta con el estudio de la planta primera mediante una doble altura, a la vez que también conecta con la planta sótano, destinada a instalaciones y almacenamiento.
Se completa el programa interior en planta primera con dos habitaciones y un baño adicional, y el programa exterior con una terraza en planta primera y una segunda terraza-mirador en planta cubierta, desde la cual se puede ver diferentes hitos característicos visuales de la ciudad de Tarragona tales como la parte alta, el mar y la Ermita de la Salud.
La volumetría se ha configurado mediante formas simples y una estructura mixta en consonancia con la tipología constructiva de los edificios existentes en la zona, sin alterar la topografía original.
La fachada orientada a la calle presenta dos alturas escalonadas para adaptarse y hacer la transición entre una primera edificación vecina en planta baja y una segunda edificación de cuatro alturas.
En cuanto a los espacios no edificados, se propone que sean ocupados parcialmente por una acera de circulación perimetral exterior en el edificio, y el resto por espacios verdes ajardinados o destinados al cultivo de huerto.
Debido a la escasa edificabilidad admisible en el solar, se han establecido varias estrategias de aprovechamiento y ampliación de la percepción de la medida de los espacios interiores, entre las cuales destacan: el porche exterior, la doble altura del cuarto de estar-comedor, la integración de los espacios de circulación dentro de las diferentes estancias, la captación de luz natural mediante ventanas o lucernarios estratégicamente situados y la creación de tres ventanas salientes triangulares que a la vez se convierten en espacios de recogimiento interior suspendidos y en contacto visual con el jardín.
La arquitectura de esta casa pretende generar emociones sensoriales cálidas y acogedoras a sus usuarios, a la vez que figuran de manera poética en su materialidad la personalidad de sus propietarios, que son personas de profundas raíces con la naturaleza, que trabajan con herramientas de mejora de la calidad de vida de sus pacientes, no solo desde el punto de vista de la medicina ortodoxa, sino también desde la conexión interior con un mismo, en la investigación del bienestar de las personas.
En este sentido, los elementos de hormigón visto que suben a la superficie provenientes de la cimentación de la vivienda, simbolizan ser unas raíces que emergen de bajo tierra y empiezan a componer la vivienda.
Entre estos elementos se sitúa un cierre exterior en planta baja de piedra seca, que conjuntamente con el cañizo situado en el techo del porche, representan ser elementos naturales poco antropomorfizados y con cierta percepción primitiva. Por encima de estos materiales, el mortero de cal blanca simboliza un estado más elevado, más espiritual.