El resultado de esta simbiosis es el refugio perfecto contra la vida cotidiana, donde se puede disfrutar de un puro placer visual y de la naturaleza en pleno confort construido.
Casa del Granero por Marta Brandão y Mimahousing. Fotografía por José Campos.
Descripción del proyecto por Marta Brandão y Mimahousing
Imagina que te duermes con el sonido de un río caudaloso y que te despiertas con el piar de los pájaros y las vistas a un opulento paisaje verde. La arquitectura podría pasar a un segundo plano si no estuviera tan bien diseñada.
Situada en Arouca, Portugal, la Casa Granero - disponible para alquileres cortos, fue un trabajo de amor y fue el resultado de una rara oportunidad de realizar un proyecto absolutamente especial y único.
La oportunidad surgió de la combinación de dos factores: la preexistencia de un granero (un edificio tradicional de la región con proporciones esbeltas y un gran potencial de reinterpretación) y el contexto geográfico/natural: un suntuoso terreno verde con vistas a un río, que se convierte en el escenario perfecto para acoger y realzar un objeto arquitectónico único.
Inspirándose en casas excepcionales diseñadas por maestros como Peter Zumthor, Studio Mumbai, Herzog&deMeuron o Vincent van Duysen, la Casa del Granero pretendía alcanzar las características fundamentales que definen la calidad de estos proyectos de referencia: la poesía y la coherencia del diseño en todos los frentes.
El proceso comenzó con la definición de un concepto, un lenguaje. A continuación se compuso la paleta de materiales y colores que articularía toda la arquitectura, exterior e interior. Así, desde el diseño de la casa en su envoltura exterior y el entorno, hasta los interiores, los acabados, la elección del mobiliario, los textiles y los objetos más pequeños, este respeto por el léxico visual preestablecido para crear un conjunto coherente se convirtió en una premisa fundamental.
Casa del Granero por Marta Brandão y Mimahousing. Fotografía por José Campos.
Los puntos fuertes de la casa son evidentes. El protagonista es el tejado de pizarra, típico de la región, realizado con la reutilización de pizarra envejecida extraída de las ruinas locales. Sólo en este lugar tendría sentido construir un tejado así. A continuación, la esbeltez del volumen y la madera oscura de las lamas -una reinterpretación simultáneamente minimalista y rústica del granero tradicional- contrastan con el acantilado resultante del corte del terreno al norte. El revestimiento de la fachada en una delicada lama de madera oscurecida y, sobre todo, su subdivisión en contraventanas correderas de madera hacia el sur, transforman la fachada en un elemento vivo y cambiante. La casa puede tener a veces la austeridad de un monolito, y a veces una cara cambiante de carácter dinámico, potenciando diferentes experiencias en el interior. Desde el exterior, sea cual sea la posición de las persianas, la composición es equilibrada e interesante.
En el interior, la casa invita a quedarse. La abundancia de madera natural y su permanente diálogo con el del microcemento (que recuerda el color de la piedra del fondo) crean una atmósfera de calidez y acogedor que se intensifica cuando la chimenea está encendida. Los detalles metálicos negros añaden un toque de sofisticación. La escalera de caracol meticulosamente diseñada se convierte en un elemento escultórico en el salón. En la planta superior, el techo inclinado del dormitorio principal, con su estructura de madera y la generosa altura del techo, transmite grandeza. Por el dormitorio discurre un estrecho balcón que culmina en la terraza exterior, donde hay sofás integrados en la estructura y una pequeña piscina elevada sobre la fraga.
El suntuoso panorama verde se convierte en el telón de fondo perfecto para la contemplación, mientras el sol se asoma a través de las lamas de madera, generando poéticos juegos de luz en toda la casa, favoreciendo un diálogo permanente entre el exterior y el interior. La casa puntualiza el paisaje y genera un nuevo entorno. El resultado de esta simbiosis es el refugio perfecto contra el ajetreo de la vida cotidiana, donde se puede disfrutar de la naturaleza en pleno confort construido y en puro deleite visual.