En el interior se actúa con el objetivo de crear un ambiente diáfano, incrementando la luz y ventilación natural, gracias a la recuperación de huecos para enmarcar las privilegiadas vistas hacia la comarca de l'Alt Urgell, en la provincia de Lérida.
Descripción del proyecto por Acabadomate
A las afueras de Vilamitijana del Cantó, en la comarca de l'Alt Urgell, se encuentra esta antigua y sencilla masía catalogada, que antes de empezar el proyecto se encontraba en estado de abandono.
La Pepi había dejado la comarca hace muchos años y el encargo del proyecto nos viene de parte de sus dos hijos, Carles y Rosa, que deciden devolver a la casa su uso de vivienda para fines de semana y reuniones familiares.
La planta baja, dividida en comedor, cocina y tres dormitorios, era el núcleo principal de la vivienda; el bajo cubierta, comunicado con una pequeña trampilla en el forjado, se utilizaba para almacenar comida y el semisótano como bodega.
A completar la propiedad, junto con el cuerpo principal compacto y aislado, una serie de anexos en estado de deterioro avanzado se usaban como pajar y corrales para los animales.
El proyecto se concentra en la rehabilitación del cuerpo principal y de los espacios exteriores que lo rodean, manteniendo un criterio de mínima intervención en la fachada para no alterar la naturaleza rural de la construcción e interviniendo más incisivamente en el interior para dotar el espacio de amplitud y confort.
La volumetría se mantiene intacta, se abren ventanas aprovechando viejos huecos tapiados o se crean de nuevos para enmarcar las vistas hacía las montañas e incrementar luz y ventilación natural. Se aportan mejoras en la envolvente del edificio mediante la substitución de la cubierta, en la cual se emplean piezas de pizarra rústica tal como se solía hacer en la zona y carpinterías de madera con doble acristalamiento.
En el interior se derriban los tabiques de la entrada para crear un ambiente diáfano entre salón/comedor y cocina. Se mantiene la partición de tapia y madera que dividía la zona de día de los dormitorios, reduciendo estos últimos a uno doble y creando un baño nuevo.
Una de las habitaciones originales se abre hacía la entrada y se conecta mediante una al bajo cubierta: lo que antes era un ambiente de difícil acceso y en muy mal estado, ahora se convierte en un espacio con dos dormitorios dobles, un baño y una zona de lectura convertible en habitación de invitados. Las aberturas de ventanas hacía el paisaje y los lucernarios en la cubierta completan la intervención, inundando de luz el espacio originariamente oscuro.
Para la conexión con el semisótano se aprovecha el hueco existente, pero se redibuja la escalera con peldaños de madera y barandilla de barrotes de hierro. La planta se mantiene en su distribución original, pero se limpian a fondo las paredes de piedra y los techos de madera de una capa de color negro que los recubría. Una nueva solera de hormigón de cal unifica y define los niveles desdibujados con el paso del tiempo y el deterioro.
Se recuperan sistemas constructivos originales y se añaden nuevos materiales que dialogan armoniosamente con los existentes: madera de roble para el suelo de las dos plantas principales; cal para las paredes; pizarra verde para pavimentos de cocina y baño; madera y hierro para escaleras y barandillas.
El blanco predomina en las paredes en contraste con los muros de piedra, las vigas de madera de cubierta y forjados y las carpinterías exteriores, que con su color oscuro casi negro bien se integran en la fachada dejada prácticamente intacta respecto al estado original. El mobiliario de cocina y baños ha sido realizado por un carpintero local.
En el exterior, se derriban los cobertizos y se aprovechan sus piedras para construir muretes perimetrales. Un pavimento de grava y tres árboles completan el espacio dejando voluntariamente abierta la propiedad, sin límites hacía la calle, y dotándola de una maravillosa terraza hacía el paisaje.