El cambio climático amenaza la identidad cultural de Tokio. Con el cambio de temporada la llegada cada año, emblema icónico de Japón la primavera, de la flor del cerezo se enfrenta a su extinción. El simbolismo de la flor está inseparablemente ligada a la cultura de las estaciones de Japón y las tradiciones del país se enfrentan a su disminución potencial. Veranos largos e inviernos más cortos se han traducido en una ciudad sin primavera, donde la cultura nativa debe adaptarse a la sociedad moderna para sobrevivir.
El escenario de Recordando a la Primavera especula sobre los impactos futuros del cambio climático en Tokio, y como respuesta, propone la integración de una infraestructura de jardín japonés urbano, revitalizando el simbolismo y las tradiciones nativas proponiendo una iniciativa de energía sostenible a través de la recreación de la primavera. En el período Edo, los ejércitos de samurais protegian los territorios de Japón; en el siglo XXI, la geisha coreografiar los esfuerzos de Japón para combatir el cambio climático mientras se recuerda su legado cultural.