Su proceso de creación siempre ha supuesto una deconstrucción de una realidad, que él posteriormente manipula y transforma con diferentes técnicas. Su acercamiento a esa realidad se produce de manera parcial y fragmentada, al utilizar como m´todo de captación del espacio una serie de tomas fotográficas, en este caso del «skyway» o metro elevado de Brooklyn.
Las fotografías iniciales captadas por Isidro Blasco, lejos de convertirse en las protagonistas se convierten en la argamasa con la que construye sus esculturas. Las tomas (fragmentos de la realidad observada), son manipuladas en sus colores y nuevamente fragmentadas antes de su impresión parcial. Su composición final, apoyándose en una estructura soporte trasera (tan protagonista como el primer conjunto resultante que el observador ve), construye una nueva realidad que también envuelve al espectador, y que en el caso del Museo Thyssen-Bornemisza es especialmente intencionado.
Una metarrealidad, creada a través de la composición de fragmentos, que envuelve a quien la observa, invitando al espectador a relizar una segunda lectura a través de la tridimensional estructura en listones de madera que la soporta. Un complejo mundo de intersecciones que excita la imaginación en una realidad paralela a la mostrada inicialmente. Una realidad que no pretende ser hiperreal, que en realidad crea una nueva realidad que embauca a quien la observa.
Puente de Brooklyn por Isidro Blasco. Fotografía por Isidro Blasco
Puente de Brooklyn por Isidro Blasco. Fotografía por Isidro Blasco
Tras la Metarrealidad la Hiperrealidad.
El resto de las siete secciones de la exposición proponen una revisión del género a través de un conjunto de obras maestras mostrando algunos de los temas más representativos de la pintura de caballete. El arco cronológico utilizado en la muestra realiza un extenso recorrido que va desde obras del siglo XV hasta el XXI. Un conjunto bien cuidado y sorprendentemente interesante presentando las obras ordenadas por materias y escenarios, independientemente de su fecha de ejecución, para poder así resaltar la continuidad del género, que se prolonga hasta nuestros días.
La exposición se presenta como una lectura a través del tiempo con piezas que son trampantojos, según sus comisarios Guillermo Solana y Mar Borobia. Un conjunto de excelentes obras de grandes maestros, que pretenden engañar al ojo del espectador, presentadas a través de una visión crítica.
La exposición se organiza en los siguientes apartados:
2- Figuras, encuadres y límites, sobre el engaño a través del marco pintado;
3-Huecos para curiosos, representaciones de hornacinas, vanos o armarios con objetos que engañan al ojo del espectador;
4-Muros fingidos: tablones y paredes, convertidos en escenarios para exhibir objetos que muestran la pericia del artista;
5-Desorden perfecto, dedicado a los rincones de artista y a los quodlibet, subgéneros del trampantojo;
6-Llamada a los sentidos, con composiciones cuyo tema principal son las esculturas y las flores;
7-Renovación americana y su estela, dedicado a los renovadores del género en Estados Unidos y a su influencia, y
8-Trampantojo moderno, con piezas que destacan por mostrar la habilidad y la imaginación de sus autores para sorprender, con especial atención a los siglos XX y XXI. La muestra termina con una obra del escultor Isidro Blasco, encargada exprofeso para cerrar el recorrido.