
El proyecto de Israel Alba Estudio para la sede de la Cruz Roja en Fuenlabrada consiste en unas instalaciones fácilmente adaptables a los usuarios, pensada para evolucionar y facilitar que sus programas generen un soporte emocional y afectivo para los colectivos más necesitados. Una organización espacial que pretende ser integradora y facilitar la atención, fomentando el intercambio, el conocimiento y la colaboración en una sucesión de espacios abiertos conectados y abiertos a su entorno.
El edificio se construyó utilizando muros de carga acabados con ladrillo visto a hueso, sin juntas, y una cubrición de hormigón visto con la que se resuelve a la vez estructura y cubierta, creando una secuencia de salas paralelas abiertas que extienden el espacio público exterior generando espacios de transición con el interior del edificio que presenta acabados con carpinterías de madera. Un conjunto organizado en un solo nivel que garantiza una fácil accesibilidad universal.

Sede Cruz Roja por Israel Alba Estudio. Fotografía por Jesús Granada.
Descripción del proyecto por Israel Alba Estudio
¿Cómo debe responder la arquitectura a las aspiraciones de una institución?
Las de Cruz Roja Española se resumen así: CADA VEZ MÁS CERCA DE LAS PERSONAS.
Este proyecto responde al manifiesto institucional desde la solidez, la transparencia, la eficiencia y la apertura. Para ello, la arquitectura se resuelve con decisiones basadas en la materia y en la geometría, en la adaptabilidad y en la innovación. Una arquitectura sin jerarquías que cohesiona.
La parcela, un triángulo rectángulo, es el remate de una zona residencial entre la Universidad Rey Juan Carlos y la carretera M-506, frente a la que se levantan un colegio y un instituto. Su pendiente es suave y continua en toda su longitud y disfruta de buen soleamiento. El edificio se desplaza hacia la parte más amplia del triángulo, liberando el extremo más agudo. Esta geometría contiene suficientes atributos como para convertirse en el argumento principal del proyecto.

La fachada oeste es el ámbito natural de acceso desde la ciudad, cerrándose para evitar los problemas de esa orientación, especialmente en verano. Un zaguán prolonga la calle hacia el interior del edificio. Una vez dentro, el espacio se multiplica y se expande en una secuencia de salas transparentes abiertas al jardín que rodea a la sede en tres de sus lados, percibidas de extremo a extremo, sin nada que ocultar.
Atendiendo a las rasantes de las calles perimetrales, la sede se sitúa a una cota intermedia para minimizar los movimientos de tierra necesarios y potenciar la relación entre el interior y el exterior. Para alcanzar el estrato resistente, una galería técnica registrable por la que discurren las instalaciones, incluidas las de climatización y ventilación, ocupa toda la huella del edificio, lo que permitirá una enorme versatilidad a futuro.
La obra aborda la construcción de manera directa. Desde el punto de vista estructural, se basa en un sistema de muro de carga de ladrillo y dintel, introduciendo la idea de compresión a través de la losa de la cubierta. Este sistema, que resuelve estructura y espacio simultáneamente, se concibe como una secuencia de naves paralelas abiertas delimitadas por muros de 2 pies de espesor separados 6,60 m entre sí y con una altura libre de 3,50 m, en sintonía con la tradición constructiva de la arquitectura madrileña. Para ello, se emplea un ladrillo prensado de color rojo con aparejo a hueso, siempre en piezas enteras, como punto de partida para modular y sistematizar el edificio. El aislamiento se resuelve con 10 cm de paneles de fibras de madera de origen orgánico en el interior de la doble hoja cerámica de los muros, una envolvente térmica continua en todo el perímetro, incluida la losa de cubierta, su canto y las carpinterías, realizadas en madera. Puertas y ventanas tienen una altura de 2,10 m.

Las naves, espacios poco especializados pero muy cualificados, se comunican a través de una galería de distribución como prolongación cubierta de la calle, una extensión del espacio público en el interior del edificio, pautada por una secuencia de 6 lucernarios regulados mediante apertura automatizada para reforzar la ventilación natural cruzada, consiguiendo mejorar la temperatura y el confort ambiental. La organización del programa, público y privado, en torno a esta galería garantiza la accesibilidad universal, que se desarrolla en un solo nivel. Junto a los lucernarios se disponen 88 paneles fotovoltaicos que generan una potencia de 48.400 kWp para autoconsumo, lo que convierte a la cubierta en un verdadero captador de energía. Los retranqueos de las carpinterías exteriores permiten el control de la radiación solar, protegiendo del calor excesivo en verano y dejando pasar la luz durante el invierno, contribuyendo al calentamiento natural de las estancias.
En realidad, se trata de una infraestructura adaptable donde los usuarios pueden decidir cómo usarla, permitiendo que puedan evolucionar junto con el espacio que habitan, lo que prolonga la vida útil del proyecto y su relevancia social y ecológica. El edificio aspira a convertirse en soporte emocional y afectivo de los colectivos más necesitados, permitiendo el enfoque integral de las distintas dimensiones del fenómeno de la exclusión social, una de las misiones llevadas a cabo por Cruz Roja. Es un edificio para el intercambio, el conocimiento y la integración, que colaborará en la labor de responsabilidad social que desarrolla la institución.