Los arquitectos Lola Moral Mata y Miguel Velasco Serrano han sido los encargados del diseño de la nueva sede de Silos Córdoba, compuesta por dos volúmenes: el primero, de 10.000 m² de superficie, que comprende las actividades más logísticas, y el segundo, que concentra todas las oficinas en un espacio cilíndrico que desde fuera recuerda de forma obvia a los silos de almacenaje de grano, y por dentro se articula en torno a un vacío definido por la luz que entra en el edificio.
Descripción del proyecto por Lola Moral Mata y Miguel Velasco Serrano.
La nueva Sede de Administración y Fabricación de Silos Córdoba se enclava en las faldas de Sierra Morena, en el parque científico-tecnológico de Rabanales 21 en Córdoba.
Se ubica en una parcela estratégica de unos 30.000 m², delimitada por las vías del AVE y por las vías de trenes de mercancías, lo que permitirá en un futuro la recepción de materia prima y la expedición de producto terminado por vía ferroviaria. Además, cuenta con una conexión directa con el centro de Córdoba, gracias a un apeadero de trenes de cercanías que se encuentra a unos 500 m, y al carril bici que conecta el parque con la ciudad.
El conjunto se concibe como un entramado de jardines, zonas de descanso, aparcamientos de vehículos y bicicletas que enlaza la zona de fabricación de 10.000 m2 con la zona de oficinas de 1.400 m².
La zona administrativa se ubica en un volumen exento con el aspecto de un silo que representa la imagen corporativa de la empresa, concibiendo el silo metálico como un elemento arquitectónico. El valor simbólico que identificará a la compañía adquirirá así un valor dominante, frente al resto de edificios que conformarán el parque tecnológico.
Exteriormente el edificio se percibe como un volumen de cuerpo cilíndrico terminado en forma cónica, con una fachada continua, cerrada y homogénea de zinc Antra, perforado y ondulado con el aspecto propio de un silo de almacenaje de grano.
Austero en su aspecto exterior, presenta una imagen más cálida en su interior, donde la luz, la espacialidad y la trasparencia interior dialogan con la envolvente metálica.
Los pocos materiales usados en el interior potencian estas cualidades, pretendiendo con su uso una atmósfera acogedora y confortable. Paramentos blancos, color que mejor recibe la luz solar, particiones transparentes para que la entrada de la luz esté partícipe en todos los rincones y permita una continuidad espacial tanto en horizontal como en vertical de todo el conjunto.
La nobleza de la madera, patente en determinados elementos, suaviza la frialdad e industrialidad global que caracterizan el edificio mediante chapas de acero con distintos tratamientos y colores.
La planta baja se eleva sobre la rasante, a la que se accede a través una rampa de forma curva que permite una aproximación paulatina al edificio, dilatándose en un espacio expositivo a doble altura.
El vacío central se convierte en el corazón del proyecto, actuando, no solo como protagonista espacial, sino como centro térmico del edificio, permitiendo controlar los ciclos de ventilación natural, además de articular todas las plantas que lo conforman.
Gracias al óculo central la iluminación natural que entra por el lucernario es la que se encarga de definir cada espacio, culminando en la planta semisótano en una zona blanda de materiales naturales, agua y vegetación que permite difuminar el límite entre exterior e interior.