El 15 de abril de 2019, un violento incendio asoló el corazón de Notre-Dame, la catedral de París desde hace casi 850 años, icono del patrimonio francés y el monumento más visitado de Europa. El armazón de madera, erigido en gran parte en el siglo XIII, y la aguja, construida por Eugene Viollet-le-Duc en el siglo XIX, quedaron destruidos, y parte de las bóvedas se derrumbaron en su caída. A principios de 2020, los responsables públicos encargaron a los arquitectos jefes de monumentos históricos responsables del monumento un estudio para la restauración de la catedral. El proyecto resultante proponía restaurar de forma idéntica las partes desaparecidas en el incendio y hacerlo con sus materiales originales. Cuando finalicen las obras en 2024, la catedral habrá recuperado su arquitectura exterior junto con la belleza de sus espacios interiores recién limpiados y restaurados.
El incendio provocó pérdidas irreparables, pero las obras de construcción que lo siguieron han brindado una oportunidad única para sumergirse en la historia de la catedral y desvelar sus secretos, hasta ahora inaccesibles. Notre-Dame cuenta una historia monumental que abarca cerca de 850 años en el corazón de una historia colectiva ya que es, desde su construcción en el siglo XII, uno de los edificios manifiestos del arte gótico. La construcción de la actual catedral fue iniciada en el siglo XII por Maurice de Sully, obispo de París, y finalizada unos 150 años más tarde, a principios del siglo XIV. El monumento modificó considerablemente el paisaje de la Île de la Cité, en una época en la que París se afianzaba como capital del reino.
Proyecto de restauración de la fachada occidental de Notre-Dame de París, 1843, por Eugène Viollet-le-Duc, Jean-Baptiste Lassus.
A principios del siglo XIX, la catedral estaba en ruinas debido a que la Revolución Francesa había provocado numerosas destrucciones. Las estatuas de reyes que adornaban la fachada prácticamente habían desaparecido, y el tesoro y la estatuaria de metal fueron fundidos. También se desmontó la aguja medieval, aunque no con intención destructiva, sino porque corría peligro de derrumbarse. Algunos años más tarde, en 1831, Victor Hugo publicó su novela Notre-Dame de Paris (El jorobado de Notre-Dame), presentando a la catedral como la heroína, martirizada por el tiempo y los hombres.
En 1843, los ganadores del concurso para la restauración de Notre-Dame de París fueron dos arquitectos apasionados por la Edad Media y comprometidos con la conservación del patrimonio: Jean-Baptiste Lassus y Eugène Viollet-le-Duc. La restauración se prolongó durante 20 años y afectó a todas las partes del edificio, desde las obras estructurales hasta los elementos decorativos y los objetos de oro y plata del tesoro. Las notas, dibujos y bocetos del arquitecto muestran su incansable curiosidad por el monumento y los secretos de su diseño. Viollet-le-Duc quería respetar el trabajo de los artesanos de la Edad Media, y las obras de restauración sirvieron para reavivar el gusto por ciertas técnicas que habían caído en desuso.
Vista de la catedral Notre-Dame, hacia 1860. Fotografía por Charles Marville.
La aguja de Notre-Dame supuso un gran reto para Viollet-le-Duc. En su propuesta para el concurso, dibujó una aguja relativamente sencilla, próxima a la aguja del siglo XIII conocida por una iconografía poco común. Sin embargo, a la hora de su construcción se tomó ciertas libertades con respecto al rigor histórico que había prevalecido, siendo la aguja actual más esbelta, más ricamente decorada y adornada con esculturas de los doce apóstoles y los cuatro evangelistas, que son puras invenciones.
La restauración de Notre-Dame de París requiere la intervención de profesionales de numerosas ramas artesanales y patrimoniales, así como conocimientos muy sofisticados en un amplio abanico de ámbitos especializados. Esta obra movilizó a maestros albañiles, carpinteros, techadores y ornamentalistas, y fue seguida de trabajos en la nave y el coro. En el momento álgido de la restauración, cerca de mil personas aportaron sus talentos y habilidades en la isla de la Cité y en toda Francia para restaurar Notre-Dame.
La aguja de Viollet-le-Duc y el armazón medieval de la nave y el coro se perdieron por completo en el incendio. Se están restaurando íntegramente según el diseño de Viollet-le-Duc en su material original: el roble. A medida que avanzaban los trabajos de construcción del armazón, los techadores pudieron instalar el tejado de plomo y los numerosos ornamentos de la aguja. Ademas, se están instalando nuevos dispositivos de protección contra incendios en el ático reconstruido para evitar otro incendio. Las esculturas de los apóstoles y evangelistas son los últimos vestigios de la aguja de Viollet-le-Duc, ya que, en el momento del incendio, habían sido retiradas para su restauración y se salvaron.
Notre-Dame de París. De constructores a restauradores. Fotografía por David Bordes.
Notre-Dame cuenta con cerca de 3.000 metros cuadrados de vidrieras, de diferentes épocas y estilos. Aunque apenas fueron tocadas por las llamas propiamente dichas, habían sufrido, no sólo los inevitables efectos negativos del tiempo, sino también las consecuencias del incendio, en particular la acumulación de polvo y suciedad. La restauración de los tramos superiores y la limpieza de las vidrieras que no se han retirado darán a la catedral de Notre-Dame de París una luminosidad que no tiene desde hace décadas.
La catedral de París albergaba 22 pinturas, entre ellas 13 Mays, pinturas de gran formato encargadas por el gremio de orfebres de París, que regalaba un cuadro a Notre-Dame cada 1 de mayo. Setenta y tres Mays fueron pintados entre 1630 y 1707 por los grandes pintores franceses de la época. En las horas posteriores al incendio, estas obras se colocaron en un refugio fuera de la catedral a la espera de su restauración y volverán a sus lugares una vez se termine.
Compuesto por 115 registros y 8.000 tubos, el gran órgano de la catedral de Notre-Dame de París es uno de los más grandes de Europa. Salvado por las llamas y el agua, quedó muy cubierto de polvo durante el incendio y requirió una limpieza a fondo. El gran órgano se volverá a montar y afinar a principios de 2024, esta operación durará seis meses y tendrá lugar por la noche, ya que la afinación requiere un silencio total.