Exteriormente el color utilizado es el blanco que genera un contraste con el uso de una gama cromática cálida de las viviendas vecinas. Además, se mantiene permeable con el exterior, no busca aislarse. La vivienda en planta se percibe como un rectángulo grecado haciendo que los huecos que se abren a los jardines generen pequeños espacios atractivos.
Descripción del proyecto por João Tiago Aguiar
La Casa Mafra, ubicada en el Palácio Nacional de Mafra, monumento nacional más conocido por el contiguo Convento de los Frailes Franciscanos, es un proyecto que ha creado una singular mezcla de fuerzas entre el pasado y el presente.
Para llevarse a cabo en su totalidad, el proyecto consideró aspectos como la proximidad del palacio y los edificios heterogéneos que rodean la casa, así como la fachada en ruinas de la antigua casa, elemento clave en el desarrollo arquitectónico.
La idea central era aprovechar las ruinas de la fachada preexistente; una fachada que, cuando se recuperó, resaltó visualmente la nueva casa. El objetivo era encontrar un equilibrio, dada la diversidad de casas de los alrededores y la cercanía al monumento nacional.
Construida desde cero, la Casa Mafra aparece empotrada dentro de la parcela y desprendida de la fachada en ruinas, emergiendo un espacio entre las dos fachadas en el que la antigua construcción resalta y valora la propia casa.
La casa es un solo volumen, totalmente en color blanco y de apariencia robusta con techo a dos aguas y tres patios, un patio por elevación que suaviza la apariencia de la casa sólida al introducir ritmos a la construcción a través de los huecos visibles en los planos de elevación que permitían la apertura de ventanas resguardadas desde el exterior.
La entrada principal se realiza a través de una antecámara, que media entre las fachadas nueva y antigua. Esta parte de la casa es la más singular por su interés visual, introduciendo, al mismo tiempo, más seguridad a sus vecinos en una calle donde no hay acera.
Si bien ubicadas en un contexto arquitectónico diversificado, hay un rasgo común a casi todas las casas, que es la presencia de las dos plantas por encima del umbral, característica que este proyecto respetó, habiéndose agregado un subsótano con garaje, solo posible bajando toda la parcela en la parte trasera permitiendo la introducción de ventanas abiertas sobre la rampa de acceso al garaje. El diseño de esta rampa también incluye un hueco en la fachada norte, a nivel de planta baja, ampliando la calle adyacente para permitir el acceso de los coches al garaje. En el primer nivel, la planta también ocupa este vacío, resultando así un área de consola.
La cercana muralla de la Tapada de Mafra, sirvió de fuente de inspiración y oportunidad ya que crea una perfecta armonía con la antigua fachada rehabilitada. Para conseguir este objetivo, la fachada pasó por un maquillado en el que se restauró la mampostería, quedando visible la mampostería profana.
La principal preocupación en el desarrollo de este proyecto fue crear una casa de líneas contemporáneas, funcional y visualmente encajada en el entorno arquitectónico, con la antigua fachada que lleva al imaginario de las casas tradicionales.