Las oficinas diseñadas por Nelson Resende son el resultado de la yuxtaposición de unos volúmenes cuya honestidad reside en la simpleza de su forma. El edificio, en un entorno agrícola principalmente, se mantiene inmutable mientras que el escenario que lo rodea varía constantemente, muta, según el momento del año.
Descripción del proyecto por Nelson Resende
El edificio resulta de la necesidad de crear dos oficinas, con utilización eventualmente autónoma, pero que permitan una conexión interna, pensando en la posible fusión de los dos espacios.
La construcción está implantada en un terreno nivelado, a una cota de 1,00 m por encima de la calle, y se ubica en un entorno de construcciones dispersas, con una fuerte actividad agrícola.
La elección del sitio no es, por tanto, irreflexiva.
A pesar de que el programa es de vertiente comercial, la necesidad de descontaminación, de regreso a la esencia, a una especie de pureza que permite, sin afectaciones iniciales, pensar, concebir y producir nuevos espacios, condicionó esta elección que, contrariamente a la mayoría de los espacios de servicios , no se ubica en un centro más urbanizado.
Hay, por lo tanto, un consciente alejamiento que permite compensar el cada vez más frenético ritmo a que las cosas tienen que ser pensadas y producidas.
El edificio es el resultado de la yuxtaposición de una serie de volúmenes puros, poco domesticados, ligados por la necesidad, pero asumiendo su propia identidad.
El resultado, sin embargo, es más que una suma, una idea de formulación que expone, sin temores, la crudeza de la esencia como un camino posible, la honestidad de las formas simples, expuestas sin filtros, un objeto de fácil aprehensión y simultáneamente de complejidad insinuada en un juego que acentúa el dinamismo, por la diferente rotación de los volúmenes, su diferente altimetría y su exposición solar; por los juegos de luz / sombra que provoca. La aparente ambigüedad de como se muestra, ahora expuesta en la formulación volumétrica que está reservada en la conexión funcional que establece, filtrada, con el entorno cercano.
El entorno, en estado natural, se presenta como un escenario de mutación permanente, resultante de los ciclos agrícolas, de las estaciones del año, de las condiciones climáticas de cada estación y del éxito de los cultivos que proliferan.
El edificio, que es inmutable, se va configurando mucho más lentamente y, cuanto más, podrá acusar de su exposición a las condiciones climáticas que, a la par de la longevidad que van teniendo, influyen en su aspecto.
Por lo demás, esta casi inmutabilidad del edificio ante un entorno por lo menos cíclicamente mutable expone el edificio de maneras que no se controlan - las formas ganan una aparente importancia ante una naturaleza que se transfigura cuando, año tras año, se presentan con esa constancia.
La aparente ligereza del gesto es contraria a la resistencia de la obra en el tiempo, lo que por sí solo también revela una cierta tensión - la obra parece, incluso, haber resultado de un acto repentino, poco reflejado, cuando en realidad, esta simplicidad resulta un sucesivo desprendimiento de artificios usados más comúnmente en otras circunstancias, siendo por ello el resultado de un largo proceso de maduración y reflexión.