Los flujos de movimientos y posibles estancian se trantan con cuidado ua partir de una modulación con variaciones en su escala y formatos, donde por ejemplo, se articulan con losas de granito de diez centímetros colocadas en espiga, favoreciendo la integración de los fragmentos. La utilización del granito, su tratamiento, así como su modelación en distintas piezas de mobiliario urbano, diseñado ex profeso, ejerce una función aglutinante.
Otro de los recursos que debían identificar la remodelación de Los Jardinillos era el agua. En sustitución del serpenteante y deprimido curso de agua de rocallas se diseñó una lámina de agua especular, que favorecía efectos de simetría respecto de los árboles que abraza.
Descripción del proyecto por Óscar Miguel Ares Álvarez
El espacio público es el lugar de las relaciones, la memoria y el recuerdo futuro; el lugar donde los ciudadanos deben disfrutar del espacio compartido. Numerosas intervenciones – no siempre afortunadas y con perspectiva parcial- en el ámbito de Los Jardinillos, han provocado una distorsión en la identidad del parque – pensado a modo de salón de recepciones de los viajeros que llegaban en ferrocarril a Palencia –pero también un aislamiento del resto de la ciudad.
Más que ser un ámbito de conexión Los Jardinillos era un parque frontera con múltiples impedimentos para ser atravesado por sus vecinos. Un espacio público que tenía reprimida su permeabilidad con el resto de la ciudad; además de con las estaciones de tren o de autobús ya que su acceso natural se produce atravesándolo.
El jardín, como en tantas otras ciudades, fue abandonado en su mantenimiento convirtiéndose en un lugar inhóspito y peligroso al anochecer, jalonado de intervenciones parciales sin coherencia por lo que había que revertir esa situación.
Estructuralmente, Los Jardinillos no es un parque: son tres bajo un único nombre, realizados en distintas fases, cuyas trazas recorren desde el romanticismo hasta la planificación arbitraria; desde el siglo XIX hasta el XXI. Un conjunto urbano realizado a partir de fragmentos no cohesionados y disfuncionales.
Era necesario crear una urdimbre, un proyecto con vocación global e integrador, que resolviese todos los problemas funcionales. Por ese motivo, el proyecto -fruto del concurso de ideas convocado en 2018 – se plantea a partir de un sistema de plazas concatenadas que tienen el propósito de facilitar la integración de las partes que conforman el parque.
Un jardín reestructurado a partir de diferentes escalas de plazas con fines distintos, con mayor o menor definición en sus usos. La principal, “la isla”, se posiciona frente a la estación de trenes, recuperando la planificación original del gran espacio que existía desde 1875 y que estaba destinado al acceso de carruajes y coches a la estación ferroviaria.
Las desafortunadas intervenciones posteriores alteraron su naturaleza original, por lo que el proyecto se propuso recuperar ese espacio a modo de plaza peatonal y multifuncional; una suerte de lugar intermedio, indefinido, a modo de soporte o escenografía de las actividades que los ciudadanos demandan, conforme a esa máxima de la arquitectura entendida como soporte del teatro de la vida.
Junto a ella, se suman otras plazas: la de los caminos, encrucijada de viales donde reposará la futura cafetería; la de la plaza de autobuses, que dignifica la entrada a la ciudad; la del ocio juvenil, en la que se desarrollan las actividades de skate y park curl; así como otras de menor escala que van ordenando el parque a modo de tejido que entrelaza las partes empleando técnicas de costura.
La utilización del granito, su tratamiento, así como su modelación en distintas piezas de mobiliario urbano, diseñado ex profeso, ejerce una función aglutinante. El pavimento, resuelto a partir de una modulación con variaciones en su escala y formatos, se dispone en losas de granito de diez centímetros colocadas en espiga; favoreciendo la integración de los fragmentos.
Otro de los recursos que debían identificar la remodelación de Los Jardinillos era el agua. En sustitución del serpenteante y deprimido curso de agua de rocallas se diseñó una lámina de agua especular, que favorecía efectos de simetría respecto de los árboles que abraza.
Estos, parecen emerger sobre ella duplicando su altura o creando efectos de alargamiento sin fin que se pierden en el fondo negro del estanque. Su posición en el parque, pero también la habilitación de su perímetro - flexionado allí donde había arboles- a modo de asiento corrido provoca que se convierta en un punto de encuentro para los ciudadanos.
Por último, la vegetación de gran porte, y su altura, facilita el sombreado del parque –de gran frondosidad en alguna de las partes- por lo que no hemos creído conveniente dotar al área de zonas de sombra complementarias; respetándose la totalidad de los árboles existentes previamente.
Tras la rehabilitación, los Jardinillos quedan organizados conforme a una doble lógica que se complementa. Dos mundos de naturalezas contrapuestas: el primero, horizontal, definido por la solidez que le imprime el granito; el segundo, vertical, propio de la condición orgánica de sus árboles.
La propuesta se resuelve en cota cero, sin elementos sobresalientes, atendiendo a la accesibilidad universal; una suerte de alfombras tejidas con geometrías variables que dan lugar a distintos juegos en espiga.
La voluntad era potenciar un lugar de silencios, quietud y reposo; un espacio ajardinado que favorezca la calma y el relato; donde los árboles que se alzan, desde hace decenas de años, proyecten sus sombras y dejen posar, desde las alturas, sus hojas a modo de esteras de colores sobre el nuevo tapiz de un granito con voluntad de persistencia.