Descripción del proyecto por Museo Reina Sofía
El pasado viernes 9 de marzo, la Biblioteca del Museo Reina Sofía abrió al público las puertas de "Cómics: una nueva lectura", una selección de 53 trabajos de otros tantos artistas y colectivos que explora la relación entre el cómic y otros lenguajes artísticos, revelando los encuentros inesperados y el fructífero diálogo en el que las narraciones y las abstracciones, las tiras y las viñetas, los planos de color y los globos de diálogo, los héroes y las leyendas han cobrado nuevos sentidos y posibilidades. El conjunto de puezas se muestra en el Espacio D, una sala del Centro de Documentación y la Biblioteca de acceso gratuito dedicada a la difusión de los fondos bibliográficos y documentales del Museo.
Desde que surgió el cómic a finales del siglo XIX, los artistas visuales - como Maiakovskii o Pablo Picasso, con su Sueño y mentira de Franco - siempre se han apropiado de diferentes aspectos del género y han intentado adaptarlos a su arte. La poseía visual, el collage y la escultura también han sacado partido de los rasgos característicos del cómic: la estructura de la página, las viñetas, los personajes y el lenguaje onomatopéyico.
Tras la exposición organizada recientemente sobre el trabajo del dibujante y ganador del Premio Pulitzer Art Spiegelman, esta nueva incursión por parte del Reina Sofía en el mundo del cómic pone de relieve cómo a partir de los años sesenta algunos artistas visuales comienzan a ofrecer nuevas interpretaciones fundamentalmente en sus elementos formales.
A través del uso de las composiciones típicas del cómic, la yuxtaposición de secuencias, la organización de las viñetas y los globos de diálogo, los artistas deconstruyen el cómic tradicional hasta reducirlo a su esencia y desarrollan un nuevo relato que en la mayoría de los casos no constituye una obra de ficción. Por lo general, los artistas se apropian de cómics originales o de fragmentos y los recrean.
Inspirados por el cómic
La selección de los trabajos ha sido realizada por Guy Schraenen. Dieter Roth encuaderna descuidadamente páginas de distintos tebeos para crear un libro que después agujerea, de manera que cada página permite ver un fragmento de la siguiente. Christian Marclay, por su parte, selecciona varios fragmentos de cómics para componer To Be Continued (Continuará, 2016), una partitura gráfica para varios instrumentos en la que ordena distintas imágenes individuales y crea una página entera de “pums”, “cracs”, “plas”, “dings” y “dongs” onomatopéyicos.
Algunos autores, como Ben Vautier, Emmet Williams o Adrian Piper, entre otros, se concentran únicamente en el aspecto más llamativo de los cómics: el globo de diálogo. Raúl Marroquín combina el collage y el globo de diálogo para que la propia portada de su libro “diga” el título de la obra: How? (¿Cómo?, 1974). A su vez, Roy Lichtenstein y Raymond Pettibon demuestran que las portadas de los discos, caso de los grupos Flamin’ Groovies o Sonic Youth, también pueden ser un soporte excelente para evocar imágenes inspiradas en el cómic; y Laurie Anderson dedica la portada de uno de sus discos e incluso una canción al legendario héroe Superman (1981).
Roberto Altmann se apropia de la estructura de la página del cómic, pero se inventa personajes abstractos y textos sin semántica. En su libro Geste hypergraphique (Gesto hipergráfico, 1988), sus desarrollos gráficos buscan ensanchar la imaginación del lector para que pueda sugerir su propia trama. Mirtha Dermisache también utiliza la estructura de la página del cómic en su panfleto Fragmento de Historieta (1974), e introduce sus típicos textos sin semántica en las viñetas. Dorothy Iannone, por el contrario, concibe un relato exhaustivo, aparentemente autobiográfico, en su libro ilustrado The Story of Bern (or) Showing Colors (La historia de Berna (o) mostrar los colores, 1970).
Son varias las publicaciones que se limitan a presentar los escenarios típicos del cómic. Tanto Spuk (2004), el libro de Niklaus Rüegg, como In the Crack of the Dawn (Al despuntar el alba, 1991), de Lawrence Weiner y Matt Mullican, evocan entornos urbanos imaginarios con coloridas secuencias de formas que parecen arquitectónicas.
En todas las piezas mostradas, los artistas ofrecen nuevas perspectivas; a veces, crean una versión del propio cómic del que se apropian; otras, de una obra de ficción que ya existía. En el caso de Fahrenheit 451’s Comic (El cómic de Fahrenheit 451, 2016), Francesc Ruiz propone una tercera interpretación condensada de la novela de Ray Bradbury que después llevó al cine François Truffaut.
En otras ocasiones, personajes de ficción como Superman, Batman, Spiderman o Catwoman, cobran una nueva existencia en el mundo del arte. El emblemático Mickey Mouse, con su inconfundible silueta, es probablemente el que más obras ha inspirado. El Mickey Mouse Museum de Claes Oldenburg, con la forma de la cabeza de este personaje y una colección de objetos relacionados con él, es la metamorfosis más sugerente, representada por el objeto múltiple Geometric Mouse (Ratón geométrico, 1971).